Gerhard Bremer vivió durante quince años en la capital de la Marina Alta, paraíso de los nazis durante el franquismo.
La estratégica ciudad ucraniana de Mariúpol, ahora bombardeada por el ejército ruso, fue defendida por los militares soviéticos en la Segunda Guerra Mundial. La toma de Mariúpol estaba comandada por un nazi alemán, Gerhard Bremer, que está enterrado en Denia y que prosperó en la Marina Alta durante quince años junto a otros nazis que encontraron refugio, auspiciados por el régimen de Franco.
La operación Barbarroja tomó Mariúpol en 1941. Esta importante batalla estuvo comandada por Gerhard Bremen. El éxito de la conquista por las tropas nazis concedió a Bremer la Cruz de Caballero de Hierro como reconocimiento por la hazaña. El objetivo de la invasión era repoblar de alemanes la parte occidental de la Unión Soviética y utilizar a los soviéticos apresurados como mano de obra esclava mientras el nazismo adquiría petróleo del Cáucaso y recursos agrícolas de Ucrania.
Los nazis que estuvieron en Dénia
La archivera municipal de Dénia, Rosa Seser, explica que Bremer ya figuraba en el padrón de la ciudad en 1955, a donde llegó tras cumplir la condena impuesta a los juicios de Nuremberg. Rehace la vida en Dénia como empresario inmobiliario y crea el Bremer’s Park Bungalows en Les Rotes. Ser insiste en que en plena represión franquista había un pacto de silencio respecto a estos nazis, que se integraron perfectamente en la sociedad de la Marina Alta y estaban especialmente vinculados a la élite política. La zona de Les Rotes representaba entonces un área aislada que permitía mantener la privacidad. Los apartamentos acogían a otros compatriotas nazis que pasaban allí sus vacaciones. Cada 20 de abril Bremer festejaba el cumpleaños de Hitler sin amortiguar la exaltación nazi.
Así eran los días de Sant Jaume del franquismo y principios de la democracia en los que la banda de música acudía junto a lo más selecto de la sociedad local a la celebración del aniversario de Gerhard Bremer, oficial de las SS acusado de crímenes de guerra
Memorias de Vicent Grimalt, entonces miembro de la entidad musical: “Nos recogían en Mercedes para ir a los apartamentos y él nos recibía siempre con su uniforme de las SS. Un día vi una foto suya con Hitler. Siempre se dijo que desde el embarcadero escapaban nazis a Sudamérica”
Detrás de las celebraciones, se escondían hitlerianos que jamás abjuraron de su pasado, prósperos negocios con el beneplácito del franquismo y organizaciones que ayudaban a criminales de guerra fugitivos a huir a latitudes seguras
Cualquier día de Sant Jaume de la década de 1970. Es pues 25 de julio y, evidentemente, hace calor. Los miembros de la Banda de Música de Dénia esperan a que se abran unas grandes puertas de hierro ubicadas en un paraje de Les Rotes. Les acompañan lo más selecto de la sociedad local de la época. Gente importante. Tras un tiempo de espera, las puertas se abren. Y Gerhard Bremer, rodeado de otros invitados, algunos alemanes, sus trabajadores del pueblo y su mujer, sonríe. No es para menos. Es su cumpleaños. Y mientras recibe a sus invitados, la banda, que para eso está, empieza a tocar.
«Bremer nos recibía siempre con su uniforme de las SS: recuerdo las calaveras en la gorra. Su mujer, muchas veces, vestía de bávara». Vicent Grimalt, actual alcalde de Dénia, era entonces miembro de la banda de música y acudió a aquellas suntuosas fiestas de aniversarios entre 1971 y 1980: «Venían a la plaza del Convent a recogernos en Mercedes y hacían todos los viajes que hicieran falta. En una época en que en Dénia lo que había era sobre todo 600, para chavales de doce o trece años como teníamos algunos subirse en Mercedes…. era todo un acontecimiento».
La estancia durante décadas de Gerhard Bremer y su familia en Dénia no es ninguna exclusiva.
Investigadores sobre el destino de los fugitivos nazis durante la Segunda Guerra Mundial como el periodista catalán Joan Cantarero y su imprescindible La huella de la bota, publicada en 2010, novelistas como Clara Sánchez o historiadores locales como Vicent Balaguer, así como bastantes vecinos, han relatado durante las dos últimas décadas la presencia de criminales de guerra de la Alemana de Hitler en la capital de la Marina Alta, protegidos por la dictadura franquista. En Dénia, Bremer fue quizás el más destacado. Pero no el único, como veremos.
Nacido en 1917, Gerhard Bremer fue un oficial de las Waffen-SS que participó en la invasión nazi de Polonia, los Balcanes y Francia. Al concluir la guerra, estuvo encarcelado desde 1948 hasta 1954. Después, con su mujer, emigró a Dénia y fundó uno de los primeros complejos turísticos del turismo reciente de la ciudad, el Bremers Park Bungalows, en un paraje tan idílico como podía ser Les Rotes antes de cualquier atisbo de masificación urbanística. Bremer vivió en un lugar bonito. Y vivió bien.
El complejo en los años cincuenta. Al fondo, el mar de Les Rotes. Fotografía: Juan Pedro Pachés. Dénia Antiga.
Las fiestas de cumpleaños que celebraba cada mes de julio precisamente en el Bremers Park así lo atestiguan. Grimalt evoca que «había bandejas de comida y trinchadores por muchos de los lugares del complejo». Había también bebida en cantidades generosas.
En honor al anfitrión, la banda interpretaba los pasodobles y piezas de Wagner como el Coro de los Peregrinos (en esa auténtica catástrofe cultural que ha supuesto que músicas tan maravillosas como ese coro hayan acabado asociadas al nazismo). Por su parte, Lluís Ronda, que en octubre de 2014 publicó en La Marina Plaza el artículo Dénia, refugi nazi,agrega que la música siempre concluía con el himno a Dénia. Después comenzaba el banquete. A los miembros más jóvenes de la banda les trataban bien: no sólo les dejaban comer lo que quisieran; también bañarse en la piscina, rememora Grimalt.
No solo eran fiestas
Ya a salvo en Dénia, después de haber superado la derrota alemana en la guerra, las pesquisas judiciales de los Aliados y la cárcel, Bremer jamás abjuró de sus creencias nazis. Lo del uniforme en sus cumpleaños lo demuestra. Grimalt recuerda además cómo un día que accedió a la casa particular del matrimonio -que se encontraba en la misma urbanización, pero un tanto separada de los bungalows y la piscina- le dejó impresionado comprobar una foto de Bremer con Hitler. Que para entonces ya se supiera todo sobre el holocausto no avergonzaba al anfitrión.
Pero no sólo eso. Bremer y otros nazis que estuvieron en Dénia no se dedicaron sólo a la buena vida, a los cumpleaños y a los prósperos negocios bajo el paraguas de la jerarquía franquista. En esta costa desempeñaron actividades menos inocentes. Aún hoy en día, desde el paseo de Les Rotes, al que daba uno de los muros del complejo, pueden observarse los restos de un embarcadero «desde donde se afirmaba que partían lanchas hacia barcos que esperaban en alta mar para trasladar a nazis prófugos a un lugar seguro», afirma Grimalt.
Tramo de Les Rotes al que daba el complejo de los bungalows en una imagen actual.
Brindis por Hitler
El complejo de los Bremer no fue el único lugar de Dénia que se dedicó a esas actividades en auxilio de prófugos del nazismo. Otro lugar bien conocido es la antigua Casa Finita, conocida como Casa de los alemanes y que hoy es el hotel Palau Verd. Fue allí donde Cantatero en compañía de Balaguer presentó su libro en 2010. Pues bien, ese lugar fue investigado por las policías de la República Federal Alemana y de Austria al sospechar que allí se organizaban traslados de oficiales de las SS para encontrarles una residencia fija en otros lugares del país como Málaga o Balears e incluso Sudamérica. También en Casa Finita se celebraban brindis cada 20 de abril para conmemorar el nacimiento de Hitler, tal y como subraya Ronda.
Grimalt recuerda por su parte que en los cumpleaños en Bremers Park siempre había alemanes, si bien por razones lógicas de edad no puede precisar qué vínculos tenían con el pasado nazi. Tanto Balaguer como Ronda corroboraron que otro de los asiduos a Les Rotes era Otto Skorzeny, quien tuvo un papel primoridal en la Segunda Guerra Mundial: fue el encargado de la operación para liberar a Mussolini en el Gran Sasso cuando el Duce era prisionero de los aliados, participó en la contraofensiva de Las Ardenas y tras la guerra fue uno de los fundadores de Odesa, organización encargada de ayudar a antiguos miembros de la SS a huir a otros países.
Si bien Skorzeny residía en Madrid, donde según el historiador Javier Larrea se dedicaba a negocios impulsados por su amistad con jerarcas del régimen como Carrero Blanco, su presencia en Dénia está confirmada. Dueño de un físico muy peculiar -le llamaban cara cortada por una cicatriz que le cruzaba el rostro-, Balaguer afirma haberle visto tomarse alguna cerveza en Bremers Park en los años sesenta.
Hasta los albores de la democrácia
Aspecto actual del portalón del complejo Bremer.
Ahora bien, en las fiestas de Bremer no sólo había alemanes. También vecinos de Dénia. Durante los años de prosperidad del negocio, muchos dianenses trabajaron para él como chóferes, pintores, camareras, obreros o criados. Eso sí, como subrayó Balaguer, durante la dictadura, éste no dejaba de ser un tema tabú en el pueblo, porque aquellos devotos de Hitler estaban protegidos por las autoridades franquistas.
Sorprende más que los aniversarios de Bremer se celebraran con la implicación de una parte de la cúpula sociopolítica local hasta una fecha tan tardía como 1980, ya en plena democracia. Al respecto, Grimalt recuerda que fue en 1981 cuando el director de la banda, Pep Sendra, decidió que la entidad ya no participaría más en aquellas efemérides en honor de Bremer: «Dijo que era algo que no podía aceptarse». También evoca el ahora alcalde de Dénia el malestar del entorno del nazi cuando la banda se negó en 1989 a acudir al funeral de Bremer en el cementerio de la ciudad.
Murió el 29 de octubre de 1989, como atestigua la tumba en el cementerio municipal de Dénia, y donde cada año grupos neonazis le rinden homenaje.
El periodista y escritor Francesc Bayarri recuerda en twitter que «la España de Franco fue un territorio de acogida para criminales de la Segunda Guerra Mundial. Muchos de ellos fueron reclamados, sin éxito, por los aliados, que querían ponerlos ante la justicia Otros pasaron algún tiempo en prisiones aliadas y, posteriormente, al ser liberados, eligieron la península Ibérica, con una especial predilección por la costa mediterránea, para rehacer sus vidas, sin renunciar nunca a sus ideas nacional-socialistas».
La costa de los nazis
El refugio de los nazis fue analizado en el documental de Punt Docs La costa de los nazis. El programa sigue la pista de un criminal de guerra nazi, Fritz Kurt Schellhorn, un antiguo oficial confeso de las SS que terminó sus días en libertad acompañado por un valenciano. También se ofrece el testimonio de la escritora Clara Sánchez, amenazada por descendientes de jerarcas nazis, a causa de sus novelas, que evocan el retiro cómodo de antiguos seguidores de Hitler en Denia, en la Marina Alta. Muchos nazis huyeron de la justicia gracias a la permisividad de España durante la dictadura, pero también después de la llegada de la democracia. La costa mediterránea se convirtió en un refugio dorado para los nazis huidos después de la Segunda Guerra Mundial.
Ahora Dénia se resarce de este pasado oscuro con la acogida, esta vez, de las víctimas que huyen de la guerra.
Fuente: ansichtskarten-center.de/spanien-unsortiert