No se puede determinar quién dijo por primera vez que los catalanes son tacaños, ya que esta es una afirmación que ha existido durante siglos y se ha atribuido a varias personas y culturas a lo largo del tiempo. La idea de que los catalanes son tacaños es un estereotipo que se ha perpetuado a través de la historia y la cultura popular, pero no tiene base en la realidad y es injusto y ofensivo para los catalanes y su cultura. Es importante no perpetuar estereotipos dañinos y tratar a todas las personas y culturas con respeto y equidad. Dicho esto.
La fama histórica de que los catalanes son tacaños tiene su origen en el siglo XIV en Italia, donde los comerciantes y soldados catalanes que acompañaban el dominio aragonés sobre Cerdeña y Sicilia eran vistos con recelo y desprecio. En concreto, el escritor Josep Pla ubica la animadversión de Dante por los catalanes en el episodio histórico de las Vísperas Sicilianas.
El Papa Bonifacio VIII animó a los habitantes de la ciudad siciliana de Palermo a levantarse contra los «bárbaros», y posteriormente, el odio contra los aragoneses, concentrado en los catalanes, sirvió como base para la leyenda negra que acompañó a todos los españoles del periodo imperial durante su hegemonía sobre Italia. En España, este tópico sobre la racanería de los catalanes se trasladó mucho más tarde, en el siglo XVIII, cuando el aumento de los comerciantes catalanes despertó prejuicios y estereotipos vinculados a este gremio. Los catalanes eran conocidos por su actividad comercial y la posición geográfica de Cataluña y su vocación marítima contribuyeron al auge del comercio por toda la geografía española. Los insultos que se usan contra los catalanes son los del mal comerciante: rácano, avaro, usurero. En la actualidad, no hay base detrás de este estereotipo y se trata de un prejuicio injusto y ofensivo para los catalanes y su cultura.