La Santa Espina es una de las reliquias más valiosas de la catedral de Valencia, tanto por su antigüedad como por su vinculación histórica y religiosa con la Pasión de Cristo. Según la tradición, esta espina fue una de las que se colocaron en la corona de espinas que llevaron los soldados romanos a Jesús antes de su crucifixión.
El rey Luis IX de Francia, también conocido como San Luis, la recibió como regalo en 1238 durante una cruzada en Tierra Santa, y la conservó como una de las reliquias más preciadas de su reino. En 1256, decidió enviarla como regalo a su pariente Jaime I el Conquistador, con el objetivo de dar prestigio a la nueva catedral que estaba en proyecto en Valencia.
Para mantener la Santa Espina con seguridad, se construyó el llamado «Reconditorio», una capilla situada a cinco metros de altura en el muro oeste de la Sacristía de la catedral, adornada con pinturas murales que representan escenas de la Pasión de Cristo. En el centro de la capilla se encuentra el relicario de la Santa Espina, que se exhibe para la veneración de los fieles en ocasiones especiales.
Además de la Santa Espina, la catedral de Valencia custodia otros relicarios con espinas de la corona de Cristo, como el del caballero Jaume Castellà, que guarda la reliquia en su parte superior, dentro de una «almendra» de oro y vidrio. También destaca otro relicario que simula un trozo de la Corona de Espinas, entre otros.
La presencia de estas reliquias en la catedral de Valencia, junto con el Santo Cáliz y el Lignum Crucis, refuerza la vinculación histórica y religiosa de la ciudad con la Pasión de Cristo y su relevancia como centro de peregrinación y culto para los fieles.
Igualmente, la Seo custodia otros relicarios con espinas, como el del caballero Jaume Castellà, que guarda dicha reliquia en su parte superior, dentro de una “almendra” de oro y vidrio, y otro relicario que simula un trozo de la Corona, entre otros.
El Relicario de la Espina de San Luis es una pieza de orfebrería de la Catedral de Valencia que guarda una de las espinas de la corona que supuestamente llevó Cristo durante su pasión. Fue donada por el rey Luis IX de Francia en 1256 a su pariente Jaime I el Conquistador, y se encuentra en la Capilla de la Comunión.
El relicario tiene forma de árbol con ramas doradas que sostienen la espina. Está realizado en plata sobredorada y esmaltes, y cuenta con piedras preciosas como rubíes, esmeraldas y zafiros. Además, está decorado con figuras y escenas que representan la Pasión de Cristo, y en la base del árbol hay dos figuras de ángeles que sostienen un escudo con las armas de Francia y Castilla.
La Catedral de Valencia también custodia otros relicarios con espinas, como el mencionado del caballero Jaume Castellà, que alberga una espina en su parte superior, dentro de una «almendra» de oro y vidrio, y otro relicario que simula un trozo de la Corona. Todas estas reliquias son muy valoradas por los fieles y visitantes que acuden a la Catedral para venerarlas y conocer su historia.
