El Tribunal de las Aguas de Valencia es una institución única en Europa, que lleva funcionando desde tiempos de la dominación musulmana en la Península Ibérica, y que ha sobrevivido hasta nuestros días como una muestra de la pervivencia de tradiciones milenarias en nuestra sociedad.
Según la tradición, el Tribunal de las Aguas fue instituido por el rey Jaime I en el año 1238, tras la conquista de Valencia por parte de las tropas cristianas, pero la realidad es que esta institución ya existía desde épocas anteriores, en las que la ciudad estaba bajo el dominio de los árabes. De hecho, los propios documentos que regulan el funcionamiento del Tribunal recogen la figura del cadí, el juez musulmán encargado de administrar justicia en los asuntos relacionados con el agua, que fue sustituido por el síndico cristiano tras la conquista.
En cualquier caso, lo que es innegable es que el Tribunal de las Aguas es la institución de justicia más antigua de Europa, y que se ha mantenido en funcionamiento durante más de mil años, lo que la convierte en un verdadero tesoro de la cultura valenciana y española.
El Tribunal de las Aguas se reúne todos los jueves, a las 12 del mediodía, en la Plaza de la Virgen de Valencia, donde se encuentra la puerta de los Apóstoles de la Catedral de Valencia, que es el lugar donde se celebra el juicio. El acto es público, y cualquier persona puede acudir a presenciarlo, ya sea por curiosidad o por necesidad.
El juicio comienza con la llamada del alguacil, que anuncia la llegada de los denunciantes y denunciados, pronunciando en valenciano la frase «denunciats de la sèquia de…», con permiso del presidente. A continuación, se procede a la resolución del conflicto, que se lleva a cabo de forma oral y en lengua valenciana, según la tradición.
El Tribunal está formado por ocho síndicos, que son elegidos democráticamente cada dos años, y que representan a las nueve comunidades de regantes de Valencia. Estos síndicos se sientan en la misma plaza, en unos sillones de cuero y madera, y visten las tradicionales blusas negras típicas de gerentes de la huerta valenciana, lo que les otorga un aire magistral y antiguo.
La función del Tribunal de las Aguas es la resolución de los conflictos que implican la gestión de las acequias de la huerta valenciana, que son fundamentales para la agricultura de la zona. Por eso, este tribunal es muy importante para las poblaciones locales, ya que garantiza la sinergia de distintos oficios y contribuye a la cohesión de todas las comunidades regantes valencianas.
Además, el Tribunal de las Aguas es un patrimonio cultural inmaterial de la humanidad desde el año 2008, lo que le otorga un valor añadido a nivel internacional. La Constitución Española, el Estatuto de Autonomía y la UNESCO valoran esta tradición y la tienen en gran consideración hasta los días actuales.
En definitiva, el Tribunal de las Aguas de Valencia es una muestra de la pervivencia
y continuidad de tradiciones ancestrales en la ciudad. Además, es una prueba del valor de la cultura popular y la importancia de preservarla. La existencia del Tribunal de las Aguas se ha mantenido a lo largo del tiempo gracias a la conciencia de la comunidad valenciana de la importancia del agua en la huerta y la necesidad de una justicia imparcial para regular su uso. En la actualidad, el Tribunal sigue siendo una institución viva y activa, que sigue desempeñando su papel de mediador y garante de la justicia en la gestión de las aguas de la huerta valenciana.
Por todo ello, el Tribunal de las Aguas es un ejemplo de la importancia de la cultura popular y tradicional en la preservación de la identidad cultural de una ciudad y de su patrimonio inmaterial. Asimismo, es una demostración de que la sabiduría y la experiencia de generaciones anteriores son todavía relevantes y pueden ser útiles en el mundo actual.
Por lo tanto, visitar Valencia y presenciar el Tribunal de las Aguas es una oportunidad única para conocer de cerca una de las instituciones de justicia más antiguas de Europa y de disfrutar de una tradición popular con siglos de historia. Además, es una muestra del carácter abierto y acogedor de la ciudad de Valencia y de su interés por preservar y difundir su patrimonio cultural y su historia.