Del archivo al pitorreo: El Comisionado de la DANA y el misterioso diploma que se esfumó como la gota fría
José María Ángel Batalla, el actual Comisionado del Gobierno para la DANA, ha sido pillado (presuntamente) con el cartón universitario más sospechoso desde el «cum laude» de Homer Simpson. La Agencia Valenciana Antifraude ha destapado que el político pudo haber usado una fotocopia de un título universitario tan real como el monstruo del lago Ness para convertirse en funcionario en 1985. Ahora, entre acusaciones de montaje político y el tufillo a «yo no fui, fue el sistema», la política valenciana vuelve a parecer un capítulo de ‘Aquí no hay quien viva’.
Introducción: Cuando el curriculum se convierte en novela de ficción
En España ya no basta con tener enchufe, hay que tener también impresora y un buen pulso para falsificar títulos. O eso parece, si damos por buena la historia que rodea a José María Ángel Batalla, actual Comisionado para la DANA, ese cargo que suena a superhéroe especializado en lluvias torrenciales y gota fría. Según la Agencia Valenciana Antifraude, este hombre habría presentado en 1985 una fotocopia de un título universitario más falso que una moneda de 3 euros, con la que logró enchufarse en la Diputación de Valencia.
Porque claro, ¿quién necesita terminar la carrera cuando puedes ser diplomado honoris trampa?
H2: ¿Dónde está el diploma, Lebowski?
El epicentro de esta gota fría burocrática se sitúa en 1985, cuando un joven Ángel Batalla (todavía sin cargo pero con muchas ganas) presentó una fotocopia de un supuesto título de Diplomado en Archivística y Biblioteconomía por la Universidad de Valencia. Y claro, en los 80 no había ni blockchain ni LinkedIn, así que la fotocopia, aparentemente, coló como jamón ibérico en bocadillo de colegio.
Sin embargo, la Universidad de Valencia, al ser consultada casi 40 años después, ha dicho básicamente: “¿Diploma de quién? ¿Batalla? Aquí no consta nada”. Y claro, eso ha hecho que el edificio institucional se llene de goteras éticas. No está en el registro de titulaciones. No acabó la carrera. Y el diploma no aparece. Ni siquiera en el trastero.
H2: La carrera política de un experto en emergencias… burocráticas
José María Ángel, alias «el archivista que nunca fue», tiene una hoja de servicio público que haría llorar a una cabra montesa de orgullo. Fue alcalde de L’Eliana durante 18 años, senador, y mandamás en emergencias durante los gobiernos del Botànic.
Más recientemente, fue nombrado Comisionado del Gobierno para la DANA, que no es el villano de Marvel sino el hombre que debe coordinar la respuesta nacional ante los estragos climáticos que azotan la Comunidad Valenciana con más frecuencia que las ofertas del Carrefour.
En febrero de este año, el hombre coronó su carrera (o su cabalgata de Reyes) con la presidencia del PSPV-PSOE, justo cuando pensábamos que lo peor que podía pasarle a un político era ser trending topic por un mal tuit.
H2: Del título al tribunal (de la opinión pública, claro)
La Agencia Valenciana Antifraude no se anda con chiquitas. Ha soltado la bomba informativa como quien abre el paraguas dentro de casa: Batalla no terminó la carrera y no hay constancia oficial de que tenga el título. Por tanto, el uso de ese supuesto documento para acceder a la administración sería como mínimo, fraude administrativo. Y como máximo, una comedia de enredos protagonizada por un archivista sin archivo.
Batalla, por su parte, ha respondido con la clásica defensa modelo «esto es un bulo»: ha dicho que presentó todos los certificados académicos y administrativos requeridos, y que esto es un montaje político de manual. O lo que es lo mismo, que si la culpa no es de la DANA, es de los de la oposición.
H2: El club de los diplomas fantasma
Este no es el primer caso. En la política española tenemos un surtido de títulos fake más amplio que la carta de Telepizza. Desde Cristina Cifuentes hasta Noelia Núñez pasando por otros grandes hits del currículum creativo, parece que a algunos se les dan mejor los bolígrafos que las bibliotecas.
El caso de Batalla se une a esa bonita tradición del “yo hice la carrera, pero no tengo el título porque lo tenía mi perro y lo rompió”. En un país donde hasta los tertulianos de televisión piden el máster en Harvard para opinar sobre croquetas, la inflación académica no perdona.
H2: ¿Y ahora qué? ¿Dimisión o sigue lloviendo?
Legalmente, esto podría acabar con una inhabilitación, una investigación más profunda o un nuevo puesto en alguna comisión de nombre rimbombante. Pero políticamente, la cosa se pone complicada. ¿Debe dimitir un político por algo que hizo en 1985? ¿Cuenta como fraude si el diploma era una fotocopia en blanco y negro y nadie preguntó nada durante 40 años?
Mientras tanto, el PSPV guarda silencio, los opositores afilan sus tuits, y la ciudadanía vuelve a preguntarse si para ser político en España basta con tener Word y una impresora Canon.
H2: ¿Qué dice la gente? (Spoiler: memes, indignación y sarcasmo)
En redes sociales el asunto ha sido recibido con el respeto habitual… es decir, con memes de «titulitis», comparaciones con personajes de ficción, y montajes con Batalla recogiendo su diploma de manos de Dora la Exploradora.
Algunos usuarios han recordado que en otros países esto sería motivo de dimisión inmediata. Otros, más pragmáticos, han comentado que si se revisan todos los títulos de nuestros políticos, más de uno tendría que volver a hacer la ESO.
H2: Reflexión final – ¿Qué pesa más, un título o una carrera?
Este escándalo plantea una pregunta incómoda: ¿Debería pesar más una carrera profesional impecable o el hecho de haber accedido a ella con trampas? Porque nadie niega que Batalla ha sido un servidor público activo, eficaz y con trayectoria. Pero si todo empezó con un título falso… ¿no sería eso como construir un rascacielos sobre una piscina hinchable?
Y más allá de lo legal, queda lo ético. En una democracia madura, la transparencia y la meritocracia deberían ir por delante de la picaresca. Pero esto es España, y aquí la línea entre el listo y el tramposo es más fina que una loncha de jamón serrano.