Pedro Sánchez, en modo Hollywood: mientras España arde (o se diluye), él va al cine a aplaudir a Amenábar

septiembre 13, 2025
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El presidente se nos ha convertido en espectador premium del caos que él mismo produce. Política exterior errática, aliados internacionales que lo miran como al cuñado que nadie invitó… y mientras tanto, él, en la alfombra roja.


Pedro Sánchez ha alcanzado una cumbre política pocas veces vista: la irrelevancia global con butaca numerada y palomitas sin sal. Mientras el resto del mundo discute sobre guerras, geopolítica, diplomacia y algo llamado “coherencia internacional”, nuestro presidente ha decidido que es mejor hacer política con criterio de guionista indie que como jefe de Gobierno. Y claro, ya puestos en ese papel, lo suyo era irse al estreno de la nueva película de Amenábar, no vaya a ser que se pierda el tráiler de su propia caída.

La foto lo dice todo: Pedro, impecable, sonrisa forzada, Begoña al lado (que ya colecciona imputaciones como si fueran cromos), y detrás, España… en llamas, en crisis y en fuera de juego diplomático.

No se puede ser de todo al mismo tiempo. No se puede apoyar a la Unión Europea cuando conviene, a la China de Xi cuando toca quedar bien en Asia, a Putin con disimulo, y al mismo tiempo jugar a la OTAN como si fuera una pachanga de domingo. Es como decir que eres del Madrid y del Barça porque “te gusta el fútbol bonito”. No, Pedro, eso solo lo hace alguien que no ha pisado un estadio o que confunde la geoestrategia con los resúmenes de TikTok.

Y lo más preocupante es que en el mundo real, los demás líderes ya lo saben. En los clubes internacionales donde se toman decisiones importantes, han dejado de invitar a Sánchez. Lo ven como ese invitado que se apunta a todas las cenas, pero nunca paga, nunca trae vino, y siempre quiere hablar de sí mismo. En Bruselas lo llaman “el villano de la OTAN”, y eso no es por ser un genio incomprendido, sino por ser un camaleón político con una brújula que siempre apunta al próximo titular.

Durante un breve tiempo, con Borrell a su lado, España parecía jugar en la Champions de la diplomacia. Había coherencia, estrategia, algo parecido al sentido común. Pero llegó José Manuel Albares, alias “Le Petit Sánchez”, y lo que antes era diplomacia ahora es Teatro del Absurdo. Política exterior a lo TikTok: un minuto de postureo, una frase con moralina y mucho ruido para esconder el vacío.

Desde julio de 2023, Sánchez ha convertido la política exterior en una especie de cortina de humo para tapar los incendios judiciales, los socios incómodos, las crisis internas y el hecho de que la gobernabilidad de este país la llevan ahora ERC, Bildu y un algoritmo del CIS.

¿Y cómo lo hace? Fácil. Atacando a líderes extranjeros para parecer valiente en casa. Porque si no puedes solucionar los problemas del INE, al menos puedes insultar a Netanyahu, cabrear a Israel y luego posar con cara de héroe trágico en la gala de una película española.

Lo de Israel ha sido la guinda. Cuando el presidente de un país sin bombas nucleares se pone a usar la palabra “genocidio” con una ligereza propia de Twitter en plena digestión de fabada, la diplomacia se muere un poco. Sánchez decidió romper con Israel, no por convicción (eso es muy mainstream), sino por necesidad de desviar la atención. Total, ¿qué puede salir mal? Que te consideren un riesgo geopolítico. Pero tranquilo, Pedro: siempre te quedará el Festival de San Sebastián.

Y mientras él sigue vendiendo su versión de líder progresista planetario, el país pierde peso, aliados, y relevancia. Europa nos mira con la misma mezcla de lástima y curiosidad que se le dedica a alguien que se presenta a Eurovisión con una flauta y un disfraz de cabra. Los norteamericanos ni contestan los correos. África nos recuerda solo cuando les conviene y América Latina… bueno, ahí Sánchez juega a ser el guía espiritual de los populismos con los que sueña pero a los que finge no parecerse.

El saldo de esta comedia geopolítica:

  • España ha pasado de ser mediador respetado a invitado ocasional en la fiesta de las democracias.
  • Nuestros socios ya no se fían ni del WiFi de Moncloa.
  • Sánchez, lejos de reflexionar, se va al cine a celebrar su propia irrelevancia con pose de mártir incomprendido.

🖼️ Solicito imagen de Pedro Sánchez y Begoña Gómez en el estreno de la película de Amenábar, con fondo de alfombra roja, mientras se añade de forma irónica una superposición tipo “España en Llamas” al estilo cartel de cine catástrofe.

Y ahora, lector:

¿Tú crees que Pedro Sánchez va al cine porque ya ha asumido que España es solo una peli mala con final previsible? ¿O está escribiendo su propia secuela: «Irrelevancia 2, esta vez en Cannes»?

Porque si esto es liderazgo… igual es que el tráiler era mejor que la película.

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