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Los hosteleros gallegos andan llorando por la falta de personal, pero un intrépido hostelero suelta la bomba: el problema no es la falta de camareros, es la falta de sueldos decentes!
La historia empieza como un déjà vu de lo más español: el verano llega, los bares se llenan y los hosteleros se quejan de que faltan camareros. ¿Por qué? Pues porque «nadie quiere trabajar». ¡Ajá, claro! Seguro que todos están disfrutando de su vida a lo «La dolce vita» con sus famosas «paguitas». Esta es, al menos, la narrativa que algunos empresarios de la hostelería quieren vendernos. Sin embargo, en medio de este drama nacional aparece un hostelero de A Coruña con un mensaje revolucionario: ¡no es que no haya camareros, es que los sueldos dan risa! Vamos a desmontar el mito, copa en mano.
Los hosteleros lloran: “¡No hay camareros! ¡Es un drama!”
Como cada verano, no falta el típico titular que suena a drama shakespeariano: “La hostelería no encuentra camareros”. Algunos dueños de bares y restaurantes, especialmente en zonas turísticas como Galicia, aseguran que nadie está dispuesto a ponerse el delantal. Aseguran que los jóvenes de hoy prefieren una vida de comodidad, sentados en sus sofás viendo series, mientras sus cuentas bancarias se llenan de misteriosos subsidios estatales. Vamos, casi como vivir en un episodio de La Casa de Papel, pero sin atracar ningún banco.
“¡No hay ni fijos, ni eventuales!”, claman los hosteleros. Y lo peor, aseguran que, aunque las condiciones han mejorado, la gente simplemente no quiere trabajar “cuando el resto se divierte”. ¿Qué esperaban? Si se divierte todo el mundo menos tú, el panorama se pinta gris. A ver si el sector del ocio piensa que las fiestas se organizan solas.
El tweet de la verdad: la revolución de «La Intrusa»
Sin embargo, no todos los hosteleros están de acuerdo con este discurso. ¡Oh, no, amigo! Un aguerrido empresario gallego ha roto con fuerza el discurso de la “falta de ganas”. Y lo ha hecho, como no, en las redes sociales, concretamente en X, esa plataforma que antes llamábamos Twitter. Su local, que se llama La Intrusa —título apropiado para un rebelde—, no tarda ni 24 horas en cubrir un puesto de camarero. ¿Cómo lo hace? Según él, la respuesta es simple: paga bien.
“Soy hostelero en Coruña, La Intrusa se llama mi local. Cada vez que necesito camarero no tardo ni un día en encontrarlo. No hay falta de personal, hay falta de pagarle bien a los camareros. Para que sean camareros y no esclavos”, escribió. Zasca. Y la gente, claro, le dio un aplauso virtual. La publicación voló más alto que un albariño en fiesta: 17.000 ‘me gusta’ en pocas horas y casi un millón de personas alcanzadas.
La realidad detrás de la barra: ¿el sueldo lo es todo?
El mensaje de este hostelero ha tocado una fibra sensible en un país donde la precariedad laboral en la hostelería no es precisamente un secreto. Sueldos bajos, jornadas interminables y condiciones laborales que hacen que más de uno se plantee si lo de ser camarero es un empleo o un castigo divino. Pero La Intrusa ha venido a recordarnos que pagar a la gente de manera justa podría ser la solución más sencilla para atraer talento.
Claro, esto no quiere decir que todos los hosteleros sean unos explotadores, ni que todos los camareros sean santos. Pero sí que plantea una pregunta importante: ¿cuánto vale realmente el trabajo de un camarero? Y más importante aún, ¿cuánto están dispuestos a pagar los empresarios por tener un buen equipo detrás de la barra? Porque lo que queda claro es que, cuando el sueldo es decente, los camareros no se esconden bajo las piedras.
Los mitos sobre los jóvenes y las «paguitas»
Volvamos un momento al tema de las “paguitas”, porque hay que aclarar algo importante. Si realmente los jóvenes estuvieran viviendo en un paraíso de subsidios estatales, ¿por qué siguen habiendo colas en los supermercados de barrio? ¿Por qué los alquileres siguen siendo una pesadilla para la mayoría de los millennials y centennials? Está claro que el problema es mucho más profundo que las caricaturas que algunos empresarios pintan de una generación entera.
Además, trabajar en hostelería no es como en la época de nuestros abuelos. Ahora hay muchas más opciones laborales, y la gente busca algo más que “sobrevivir” a final de mes. En un país que aspira a tener condiciones laborales dignas (o al menos eso nos han vendido), no es de extrañar que muchos trabajadores opten por otras opciones antes de aguantar malas condiciones.
¿Y qué dice la ley sobre todo esto?
Hablando de condiciones laborales, es interesante recordar que en España existe un salario mínimo interprofesional que ronda los 1.080 euros mensuales en 2023, según el acuerdo entre Gobierno y sindicatos. Aunque algunos locales aseguran que pagan “buenos sueldos”, ¿es esto realmente así? ¿Qué se considera un buen sueldo en el mundo de la hostelería, donde las jornadas maratonianas son casi la norma?
Además, la hostelería tiene una larga historia de informalidad laboral: contratos temporales, horas extras no remuneradas y, en algunos casos, situaciones que rozan la ilegalidad. Los sindicatos llevan años denunciando estas prácticas, pero parece que el cambio está llegando a paso de tortuga.
La opinión pública: entre el apoyo y la burla
La reacción de la gente en redes sociales no se hizo esperar. Por un lado, muchos aplaudieron al hostelero de La Intrusa por decir lo que otros no se atreven a admitir. “¡Bravo! Alguien tenía que decirlo”, comentaron varios usuarios. Sin embargo, también hubo quien le dedicó algún que otro comentario irónico: “Enhorabuena, has descubierto que la gente trabaja mejor cuando se les paga lo que merecen. ¿Para cuándo el Nobel de Economía?”.
Otros usuarios aprovecharon para compartir sus experiencias laborales, pintando un panorama no muy halagador de la hostelería en España. “He trabajado en bares donde el jefe ni sabía tu nombre, pero sí te gritaba si un cliente se quejaba de la bebida. Todo por un sueldo que apenas me alcanzaba para pagar el alquiler”, comentó un ex camarero.
¿Será La Intrusa el bar del futuro?
Lo que está claro es que la conversación está lejos de terminar. Mientras algunos hosteleros continúan buscando culpables externos para justificar la falta de personal, otros, como el dueño de La Intrusa, están demostrando que un cambio de mentalidad y unas mejores condiciones laborales pueden hacer maravillas. Y quién sabe, quizás en un futuro cercano veamos más bares siguiendo el ejemplo de este valiente empresario coruñés. Porque si algo nos ha enseñado esta historia es que, a veces, pagar lo justo es la clave para encontrar a los mejores camareros.
Pregunta para el lector
¿Tú qué opinas? ¿Es cuestión de paguitas o de pagas miserables? ¿Te atreverías a ser camarero por un día para ver si es tan duro como lo pintan?