Muchas veces la búsqueda de nuevas formas de elaborar algún producto nos lleva de nuevo a técnicas ancestrales. Esto es lo que esta sucediendo con el vino y los sistemas de crianza en tinaja. La crianza y envejecimiento del líquido en este material está regresando de nuevo.
Hablar de la utilización de las tinajas de cerámica es remontarse al origen del vino. Estos recipientes se han venido utilizando desde hace más de 3000 años en su elaboración, crianza y transporte. Bodegas Vicente Gandía ha querido volver al origen con una elaboración que recupera la utilización de las tinajas de cerámica en combinación con la crianza en barricas de roble. Se trata del nuevo Ceràmic Monastrell, criado en tinaja, elaborado por el prestigioso enólogo Pepe Hidalgo, director técnico de la bodega.
“El vino y la vid están presentes en mi vida desde que nací. Mi abuelo fue maestro y quizás la figura más importante de la viticultura española y mi padre es, además, de un gran estudioso de la viniviticultura uno de los enólogos más importantes del país. Es por ello que, para mí, es mi profesión, pero también es la mayor afición que tengo. Lo vivo con pasión e ilusión, espero ansioso siempre la vendimia y aún cada día me emociona encontrar la complejidad de un buen vino”, afirma Pepe Hidalgo, director técnico de la bodega.
La variedad utilizada para este vino, una vuelta a las raíces
La utilización de la variedad Monastrell también supone una vuelta a las raíces de la compañía, ya que fue una de las primeras variedades que utilizó en sus orígenes a finales del siglo XIX. Se trata de una variedad típica del sureste de España que necesita climas muy cálidos y suelos muy áridos. Con esta uva se obtienen vinos muy potentes y con una gran concentración. Tras su paso por barrica y su afinamiento en tinajas de cerámica se logra un vino de color rojo intenso, oscuro y con ribetes vivos. En la nariz destacan los aromas de ciruela madura; regaliz; coco y vainilla. Su paso por boca es amplio, robusto, de tanino dulce y elegante acidez. Deja el recuerdo en la boca de estas frutas rojas muy maduras.
Elaborado con el sello distintivo de calidad de la DOP Valencia, una región vitivinícola que se reinventa y apuesta por la recuperación de las uvas autóctonas, Ceràmic Monastrell se posiciona en el segmento de vinos premium para poder competir de tú a tú con las grandes referencias de los vinos españoles en las cartas de los mejores restaurantes.
Ceràmic Monastrell supone un paso más en el camino que ha emprendido Bodegas Vicente Gandía en la elaboración de grandes vinos icónicos que están ayudando a la compañía a generar nuevas oportunidades de negocio y crecer en su posicionamiento, lo que supone un paso adelante para los vinos valencianos en general.
Las diferencias entre la madera y la cerámica
La crianza en madera y cerámica nos aporta resultados diferentes. Aunque la materia prima, la bodega, las variedades y la elaboración sean iguales en las primeras fases, los dos materiales le aportan diferentes personalidades.
Los vinos criados en madera le aportan aromas y sabores al vino que provienen de la madera y de su tostado. El tueste le aporta los aromas a chocolate, café u otros. A muchos amantes del vino les apasionan. La porosidad de la madera, en su mayoría madera de roble, influye en el grado alcohólico al concentrar el vino con el paso del tiempo.
En el caso de la crianza en cerámica o terracota la porosidad jugará el mismo papel pero lo hará en tiempos diferentes y dependerá del material cerámico. En este caso, no hay ninguna aportación de sabor y aromas y se consigue un vino sin más influencia. Se consiguen vinos más frutales y vegetales.
Sin duda, hay mercado para los dos tipos de crianza, en el de tinaja se conseguirán vinos donde la variedad y uva serán más presentes. En el caso de la madera, es una crianza perfecta para vinos que queremos que tengan una personalidad definida y con otros aromas para conseguir vinos algo más “complejos”.