Cristóbal Colón descansa oficialmente en la Catedral de Sevilla, pero algunos insisten en que parte de sus restos aún se encuentran en Santo Domingo. El debate de los traslados, que incluye a La Habana, ha generado disputas durante siglos y se ha convertido en una historia más movida que los propios viajes del Almirante.
Una historia digna de telenovela… ¡Con muertos incluidos!
El hombre que encontró un continente sin saberlo y que navegó de un lado a otro del Atlántico parece seguir con ese espíritu viajero incluso después de su muerte. Cristóbal Colón, cuyo mayor logro fue equivocarse de ruta pensando que llegaba a la India, no solo dejó un legado de descubrimientos, sino también una de las peleas más extrañas de la historia: ¿dónde está su cuerpo?
Este drama mortuorio lleva siglos circulando, con paradas en lugares tan exóticos como Valladolid (la ciudad menos tropical del planeta), Sevilla, Santo Domingo y hasta La Habana. Y todo esto mientras Colón, o lo que queda de él, sigue esperando que alguien decida si lo dejan tranquilo de una vez.
Colón, el hombre que no tenía descanso ni en vida
Nuestro querido Colón, que fue de un sitio a otro como quien va de tapas un domingo, se pasó gran parte de sus últimos días en una situación poco envidiable: enfermo, sin un duro y exigiendo los privilegios que tanto le habían prometido los Reyes Católicos. Porque claro, descubrir América no era suficiente; el hombre también quería asegurarse de que su apellido estuviera en todas las puertas importantes del reino. Spoiler: no lo consiguió del todo.
En sus últimos días, Colón se arrastraba de un lado a otro, persiguiendo a la corte de Fernando el Católico. Como si fuera un fan incondicional de una boy band medieval, seguía a los Reyes allá donde fueran, esperando que le dieran algo más que palmaditas en la espalda.
Finalmente, la muerte lo alcanzó en Valladolid en 1506, tras una lucha heroica contra la gota. Y no, no es que se haya pasado la noche de farra en una taberna local, sino que la gota, que llevaba fastidiándolo desde hacía años, decidió que ya era hora de darle el golpe de gracia.
Los primeros traslados: Valladolid a Sevilla, ¡y vuelta a empezar!
Ya fallecido y en modo “descanso eterno”, su cuerpo fue sometido a un proceso de descarnación (sí, suena tan divertido como parece) y enterrado en el Convento de San Francisco de Valladolid. Aquí es donde entra su hijo Diego, que pensó que papá Colón merecía un sitio más bonito. Así que, en 1509, se lo llevó a Sevilla, a Cartuja, un monasterio con mucho encanto. Ya sabes, lo típico que haces cuando a tu padre le toca mudarse: “Papá, te llevo a un sitio más chulo”.
Pero claro, Colón nunca había sido de quedarse quieto. Así que, en 1536, su tumba fue embarcada hacia Santo Domingo, República Dominicana, porque el Almirante había expresado su deseo de ser enterrado allí. El pobre Diego tuvo que hacer maletas, carabela incluida, y trasladar los huesos otra vez. Y si pensabas que esto acababa aquí, prepárate para lo que viene.
Santo Domingo, La Habana… ¡y vuelta a Sevilla!
Una vez que Colón llegó a la isla de La Española, descansó por poco tiempo. En 1796, como si fuera una estrella de rock en gira mundial, sus restos fueron trasladados a La Habana. España, en plan madre sobreprotectora, decidió que los restos del Almirante debían estar en un lugar más seguro tras el Tratado de Basilea, que dejó parte de la isla en manos francesas. A la Habana que se fue.
Pero como toda buena historia, la cosa no podía terminar bien. Después de que España perdiera la guerra de independencia cubana en 1898, los huesos volvieron a hacer las maletas y tomaron un barco hacia Sevilla. ¡Vaya lío! Imagina ser Colón: piensas que finalmente puedes descansar, pero no, te suben a otro barco.
¿Están todos sus huesos en Sevilla? Spoiler: no lo sabemos
El lío no termina en Sevilla. En 1877, cuando se exhumaron unos restos en la Catedral de Santo Domingo, apareció una caja de plomo con la inscripción “Varón ilustre y distinguido Cristóbal Colón”. Lo más loco es que esta caja tenía restos óseos, lo que generó una gran polémica. ¿Cómo podían estar los restos de Colón en dos sitios a la vez?
A pesar de los intentos por aclarar el misterio, con estudios de ADN y todo, la cosa no queda clara. Mientras en Sevilla aseguran que los restos que tienen son los auténticos, en Santo Domingo no se rinden y mantienen que una parte de él sigue en la isla. ¡Ni las momias egipcias han viajado tanto!
El turista inmortal en Sevilla
Hoy en día, los turistas que visitan la Catedral de Sevilla pueden ver la tumba de Cristóbal Colón. Allí, un conjunto escultórico bastante llamativo con cuatro heraldos que representan a los reinos de Castilla, León, Aragón y Navarra sostiene el ataúd del navegante. Parece que hasta en la muerte, Colón quería estar bien acompañado.
La tumba de Colón en Sevilla es todo un espectáculo. Creada por Arturo Mélida, se ha convertido en uno de los grandes atractivos turísticos de la ciudad. Con un pedestal que conmemora la llegada de sus restos a Sevilla tras la independencia de Cuba, la inscripción es clara: “Aquí descansa Cristóbal Colón… o al menos, una parte de él”.
¿Fin de la historia o un nuevo comienzo?
Entonces, la gran pregunta es: ¿dónde están realmente los restos de Cristóbal Colón? ¿En Sevilla, Santo Domingo, o en algún lugar intermedio? La verdad es que, a estas alturas, parece que el mismísimo Almirante estaría cansado de tanto ir y venir. Quizás, solo quizás, sea hora de dejarlo tranquilo de una vez por todas. Aunque claro, si algo nos ha enseñado la historia de Colón es que este hombre nunca tuvo el descanso fácil.
¿Y tú? Si fueras Colón, ¿dónde preferirías quedarte para siempre: bajo el sol caribeño de Santo Domingo, entre las calles históricas de Sevilla, o tomándote un buen mojito en La Habana? ¡Deja tu respuesta en los comentarios, que aquí hay debate para rato!