El equipo de arqueólogos dirigido por Jose Luis Ménendez plantea este uso como reminiscencia pagana en un cristianismo que asentaba sus dogmas. En el siglo XIV, aún hay reminiscencias paganas de lo que un cristiano estaría dispuesto a hacer. Esa es una de las posibles respuestas que ofrecen las monedas que han encontrado en varios cuerpos enterrados en el cementerio de la Pobla Medieval de Ifach. Esta es la hipótesis en la que trabaja el equipo de arqueólogos del Marq dirigido por José Luis Menéndez sobre el último hallazgo en este yacimiento de Calp.
A los pies del peñón de Ifach se encuentra este excepcional lugar en el que se puede conocer como en pocos espacios el medievo de la actual Comunidad Valenciana. Allí se construyó una villa cristiana en 1298 que fue destruida parcialmente en 1359 y se ha conservado así durante siglos.
Allí lleva desde 2005 excavando Menéndez con un amplio equipo del museo arqueológico de Alicante. Y al cavar en las tumbas fueron encontrando las monedas que aparecían acompañando algunos de los cuerpos. Como cuenta el propio director de esta excavación, al principio no vieron esa relación. Y aquí puntualiza que «hay muchas más posibilidades», pero esta reminiscencia del pasado es la que ven con más posibilidades.
Estas monedas tienen otra particularidad, explica Menéndez, se pueden interpretar como la «prueba de un sentimiento, una forma de pensar». Una representación, añade, de un aspecto que ninguna documentación del momento reflejaría porque, ¿dónde se dejaría constancia de que en una sociedad cristiana aún se mantiene la idea pagana de que hay llevar monedas para evitar el infierno?
El barquero
En el inframundo que idearon los griegos, Caronte era el barquero que se encargaba de llevar a los difuntos al otro lado. Si le pagaban. «Si no tienes las monedas para pagar al barquero, vas al infierno», cuenta Menéndez. Eso hizo que se convirtiera en una práctica habitual en el Mediterráneo: «Aquí la cuestión es que hay que pagar un barquero. Y esta es una forma de escenificar una idea, un sentimiento del pasado. Pensar que hay otro mundo para el que hay que llevar alguna cosa».
En el siglo XIV «los cristianos dominan todo el escenario social: el trabajo, los encuentros, los días, el horario…». Por eso no tenía sentido que se conservara un pensar que remite a otras creencias religiosas. «Trasládate a esa época en la que trabajas en el campo y la gente no era ilustrada, que solo era la nobleza», explica el arqueólogo.
En ese mundo existían el cielo y el infierno. Pero también el purgatorio, un concepto que había adoptado oficialmente la Iglesia, y que representa un estado transitorio del alma en el que aún paga por sus pecados. «En el siglo XIV, la Iglesia lleva siglos trabajando con las reglas, que para nosotros ya son habituales. En este momento se generan los detalles de ese aparato. Si hay cielo, muy bien. Si tienes a un barquero que te recoge en su barca, por si acaso…».
Las tumbas
«Hasta que no mueres, no sabes si aparece Dios», apunta Menéndez sobre las dudas que se podrían tener en esa sociedad. «Mantienes una tradición de muy atrás, que no deja de usarse pese a que la Iglesia, imaginamos, no le haría mucha gracia». En todo caso, puntualiza, no se trataba de una costumbre general. «Si lo hubiera sido, las habríamos encontrado en todas». Y de las 75 que en la Pobla Medieval de Ifach ha aparecido en 3 o 4, «y eso denota que no todas tienen esa misma creencia».
Las monedas que se han encontrado son dinero de vellón, acuñado para el uso diario, como explica. Por tanto, es de baja calidad, «no se ha encontrado de oro u otros metales más valiosos». De ahí que lo asocian a una referencia social más común, no para las élites.
El estudio
El equipo de arqueólogos está trabajando este asunto con Miquel Sánchez Signes, un doctor arqueólogo numismático valenciano. Este experto ya había excavado anteriormente en la Pobla Medieval de Ifach y esta vez aporta la mucha documentación que existe actualmente por parte de los homólogos italianos, donde hay muchos casos similares a este.
«Hablar de la teología desde la arqueología es difícil», recalca Menéndez, «pero estas monedas son una posibilidad, una hipótesis de trabajo interesante porque está en Francia e Italia». La investigación que están llevando ahora «es una forma de demostrar una creencia desde el punto de vista material, es conseguir que las piedras hablen y que los restos que hemos encontrado nos comuniquen cosas. Esa es nuestra tarea».