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Cuando una colombiana se traslada a Sevilla, el verdadero choque no es el cultural ni el climático, es la velocidad con la que se despachan las tareas. ¡Eso en Bogotá no pasa!

Para cualquier persona que haya emigrado de un país a otro, una cosa es clara: por más que ambos países hablen el mismo idioma, las diferencias van mucho más allá de si se dice “tinto” para el café o “tinto” para el vino. Tal es el caso de Alexandra Aristizábal, una colombiana que aterrizó en España y se topó con algo mucho más desconcertante que el acento andaluz: la velocidad a la que los españoles resuelven los problemas. “Esto es una locura, ¡no se toman ni un cafecito antes de empezar!”, comenta entre risas en uno de sus vídeos virales de TikTok.

Un viaje de la calma tropical a la furia ibérica

Para muchos colombianos, acostumbrados a un ritmo de vida más pausado, donde el trabajo es un pretexto para socializar, el cambio a un ambiente laboral europeo puede ser, cuanto menos, sorprendente. “En Colombia, es normal que antes de hacer cualquier cosa importante te tomes un cafecito, charles un rato sobre la vida y luego, ya cuando la tarde te pilla, te pongas a trabajar”, explica Alexandra. Pero en España, y sobre todo en Sevilla, la realidad es otra. Aquí no hay tiempo para preámbulos ni reuniones maratónicas: se llega, se trabaja y se finiquita todo antes de que te des cuenta.

«El choque cultural es más fuerte que el de las procesiones de Semana Santa», dice Alexandra en tono humorístico. «Aquí no hay paso de tortuga, ni el clásico ‘vamos hablando, parcero’, ¡esto es velocidad de AVE!»

Sevilla: la cuna de la eficiencia ibérica

Para Alexandra, lo que más la sorprendió fue la rapidez y eficiencia de los españoles. “Si tienen que hacer algo, lo hacen al momento”, comenta. En Colombia, según sus palabras, se trabaja “con calma”, dejando espacio para la conversación y los descansos. En cambio, en Sevilla se topó con un modelo completamente distinto: “Apenas termina de hablar el profesor, ya están todos en sus computadores trabajando. Yo no había ni abierto el Google Drive y ellos ya habían completado media tarea”.

Este estilo “exprés” de trabajo fue una revelación para Alexandra, quien pasó de la típica jornada laboral colombiana, donde se hace todo “sin prisa pero sin pausa”, a un frenesí español donde “si se puede hacer ahora, se hace ya”. Para ella, es como si los españoles llevaran un cronómetro invisible y cualquier segundo perdido fuera un sacrilegio.

¿Es España una fábrica de robots?

“¡No son humanos, son robots disfrazados de personas!”, bromea Alexandra. Y es que, según su experiencia, los españoles no solo son rápidos en el trabajo, sino que además logran algo que en Colombia parecería imposible: mantener un equilibrio perfecto entre lo personal y lo profesional. “Arrancan a trabajar más tarde y respetan sus fines de semana. Sin embargo, no les falta tiempo para terminar sus tareas ni para disfrutar de una cervecita al final del día”.

Es precisamente esta capacidad de los españoles para gestionar sus responsabilidades laborales sin sacrificar su vida personal lo que más ha impresionado a Alexandra. En uno de sus vídeos, comenta divertida: “Con razón están donde están, no pierden ni un segundo, pero tampoco viven esclavizados como a veces pasa en otros países”.

El misterio del “Cunde muchísimo”

Otro fenómeno que Alexandra no podía comprender es el misterioso poder que tienen los españoles para hacer que el tiempo «cunda». “Yo llegué pensando que tendría que estar todo el día pegada al ordenador, pero no”, cuenta entre risas. “Aquí te despachan en nada. Terminas el trabajo antes de lo que imaginabas y todavía te sobra tiempo para disfrutar de la tarde”.

En su experiencia, Alexandra vio cómo los españoles lograban dividir las tareas y ejecutarlas con precisión quirúrgica. “Cuando el profesor daba una tarea grupal, ni siquiera había que decir quién hacía qué. Todos empezaban a escribir al mismo tiempo, sin discusiones, y en menos de lo que canta un gallo, ¡pum!, ya estaba todo listo”.

¿Un modelo a seguir o una utopía inalcanzable?

Si bien la eficiencia española ha dejado boquiabierta a Alexandra, también ha generado preguntas. “¿Será que en Colombia estamos haciendo algo mal? ¿O simplemente tenemos otro enfoque de la vida?”. Para ella, el ritmo pausado y relajado de los colombianos tiene su encanto, aunque reconoce que la productividad española tiene sus ventajas. “Quizás no es que los colombianos trabajemos menos, es que trabajamos distinto”, reflexiona.

Y es que, aunque el trabajo en España parece ser más rápido, también ha notado que los españoles valoran mucho su tiempo libre, algo que en Colombia no siempre ocurre. “Aquí, cuando termina la jornada laboral, se terminó de verdad. Nadie sigue pensando en el trabajo durante el fin de semana, ni se lleva tareas para la casa. Eso me encanta”.

Un equilibrio casi perfecto

Para Alexandra, vivir en España ha sido toda una lección de productividad y equilibrio. “He aprendido a ser más eficiente, pero también a disfrutar más de mi tiempo libre”, confiesa. Y es que, aunque al principio le costó adaptarse al ritmo de trabajo, ahora no puede imaginarse volviendo a las jornadas interminables y a las reuniones que nunca parecen tener fin.

Con su característico humor, Alexandra concluye uno de sus vídeos con una reflexión que ha resonado entre sus seguidores: “Al final, creo que los españoles tienen razón: hay que trabajar para vivir, no vivir para trabajar. Y si encima puedes hacerlo rápido, ¡pues mejor!”.

Reflexión final: ¿y tú, qué prefieres?

Tras contar su experiencia en Sevilla, Alexandra ha dejado a muchos de sus seguidores con una pregunta que, sin duda, da para reflexionar: ¿preferirías un ritmo de trabajo más rápido pero con más tiempo libre o uno más relajado, aunque eso signifique trabajar más horas?

¿Y tú, lector, qué prefieres: un café charlado en Bogotá o una cerveza bien fría en Sevilla después de haber terminado el trabajo en tiempo récord? ¡Deja tu respuesta y súmate al debate!

Solicitar imagen: Un mapa humorístico de Colombia y España, donde se resalte el contraste entre el ritmo pausado colombiano (con un personaje tomando un café bajo una palmera) y la rapidez española (un personaje corriendo a hacer una tarea mientras toma una caña en la otra mano).