Los alias de la trama que salpica a José Luis Ábalos no solo son dignos de una novela negra de baratillo, sino que suenan más a grupo de supervillanos de tercera que a una red de corrupción. ¿‘El Goblins’? ¿‘El Grandullón’? ¿‘El 1’? Ni Marvel se atreve a tanto.
Los motes que no sabíamos que necesitábamos (pero ahora no podemos olvidar)
Corrupción y creatividad suelen ir de la mano en España. Pero lo del caso Ábalos ha roto todos los moldes. Según se reveló en laSexta Columna, esta trama no solo cuenta con presuntos desvíos de fondos, adjudicaciones sospechosas y contratos enmascarados, sino con un repertorio de apodos que haría llorar de envidia a cualquier guionista de “La que se avecina”.
La lógica detrás de los motes es simple: evitar que, en caso de intervención policial o judicial, los nombres reales no fueran fácilmente identificables. Lo que no se esperaban es que España entera terminaría enterándose de que el exministro Ábalos era conocido como ‘El Goblins’. Así, con s final. No «Goblin», que sería lo lógico. No, “El Goblins”. Porque cuando se hace cutre, se hace bien.
El Goblins: ¿ministro o criatura mágica de Harry Potter?
Vamos al grano. José Luis Ábalos, exministro de Transportes y exmano derecha de Sánchez, aparece en los documentos judiciales con el apodo de “El Goblins”. No está claro si el mote lo eligió él mismo o se lo pusieron tras una maratón de películas de Harry Potter y un atracón de pizza.
Según explican algunos periodistas, se cree que es por su supuesto parecido físico con los duendes banqueros de Gringotts. ¿Es una falta de respeto? Sí. ¿Es innecesariamente hilarante? También.
Y ojo, que si lo piensas, tiene lógica: pequeños, algo escurridizos, amantes del dinero, difíciles de localizar cuando se les necesita… ¿Quién no ha querido tener un goblin en Fomento?
El Grandullón: el guardaespaldas con nombre de personaje Disney
Koldo García, el fiel escudero de Ábalos y protagonista involuntario de mil memes, recibió el alias de “El Grandullón”. Una mezcla entre un matón de película de Guy Ritchie y un ogro que vive en las Rías Bajas.
Koldo no solo aparece vinculado a contratos sospechosos, sino que parece haberse ganado su apodo por razones físicas obvias. Lo llamaban “Grandullón” por ser enorme, y porque, claro, no se puede escribir “armario empotrado con chaqueta y móvil con Telegram” en los informes de la UCO.
El Gominas: más brillo que transparencia
Víctor de Aldama, otro de los señalados en la trama, fue apodado como “El Gominas”, lo cual ya nos dice mucho sin necesidad de informes judiciales. Cuando alguien en una trama de corrupción se gana ese mote, sabes que va siempre repeinado, probablemente enchaquetado, y con un ego más inflado que un airbag recién salido del concesionario.
Es de suponer que no se llama así por sus ideas resbaladizas, pero quién sabe. Lo cierto es que su implicación en mensajes clave de la investigación ha hecho que ahora todo el mundo asocie gomina con comisiones, como si estuviéramos en los años 90 pero con menos glamour y más querella.
¿Y Pedro Sánchez? Pues… “El 1”
La guinda del pastel, o del bocata de embustes, la pone el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que según los mensajes interceptados, era referido como “El 1”.
No hay que ser Poirot ni usar ChatGPT para entender por qué. Como presidente, Sánchez es “El 1” por jerarquía, no porque la UCO lo señale como líder de nada turbio. Pero claro, PP y Vox no han perdido ni 3 segundos en levantar la ceja, poner cara de “ya lo sabía” y lanzar sus dardos dialécticos como si esto fuera el plató de Pasapalabra.
La Fiscalía, por ahora, no ha implicado directamente a Sánchez. Pero eso no ha impedido que el apodo se convierta en combustible para tertulias, chistes en Twitter y algún que otro cartel improvisado con el título:
“El 1: Crónica de un presidente en su laberinto (de motes)”.
Otros motes históricos: una tradición muy nuestra
No podemos olvidar que este arte de poner motes en tramas corruptas es más castizo que los torreznos. La hemeroteca española está plagada de alias que han dejado huella:
- “El Bigotes” – Caso Gürtel. Más pelo facial que vergüenza.
- “Tito Berni” – Caso Mediador. El tío enrollado… pero con facturas raras.
- “El Rata” – Suena a personaje de GTA, pero era parte real de una investigación.
- “M. Rajoy” – El enigma nacional. Podría ser cualquiera… o nadie.
- “El Curilla” – El único párroco del crimen organizado. Bendito sea.
- “El Conde” – Porque la nobleza también roba, pero con estilo.
Y ahora, el “Goblin”, el “Grandullón”, el “Gominas” y “El 1” entran por la puerta grande al Salón de la Fama de la corrupción motera.
¿Por qué estos motes importan más que el BOE?
Porque en España, el humor va antes que el horror. Y cuando no puedes entender cómo se pierden millones de euros en contratos inflados, al menos te queda reírte con los nombres de los que supuestamente los firmaban.
Los motes humanizan, ridiculizan, inmortalizan. Nadie recuerda a José Luis Roldán, pero todo el mundo se acuerda de “el hijo del expresidente de la Junta que se compró un loft con dinero de cursos de formación”.
Y si el apodo es bueno, queda para siempre. Pasa a la cultura pop. A los bares. A los memes. A la historia.
¿Y tú, qué mote le pondrías a tu político favorito?
Porque en este país, todos tenemos un amigo, un cuñado o un jefe que bien podría llamarse “El Subvencionado”, “La Factura Falsa”, “Don Sobrino” o “La Lista B”.
Así que cuéntanos, querido lector:
¿Qué apodo corruptil te pondrías tú en caso de acabar en una trama?
(Ojo, que esto es España y nunca digas “de este chorizo no he mordido”…) 😏