Por mis cojones, noticias con humor
En los años 80, cuando la tecnología alienígena aún era más creíble que el Wi-Fi, un pueblito de Burgos, Fuentecén, se convirtió en el epicentro de uno de los avistamientos más comentados de la época. Luis Domínguez, el mesías del misterio rural, protagonizó una noche que haría pensar a cualquiera que hasta los extraterrestres saben dónde está la buena morcilla.
¡Houston, tenemos un bar en Burgos!
Era una noche de febrero, de esas frías y tranquilas, perfectas para hacer un barquito en el caldo o contar las ovejas que nunca llegan. Pero para Luis Domínguez, el dueño de un bar en Fuentecén, aquella velada se convertiría en algo digno de una película de Spielberg. Salió del bar a eso de las tres de la madrugada, probablemente tras haber apagado las luces, echado las persianas y dejado algún cubata a medias. Lo último que esperaba era un encuentro cercano del tercer tipo con un OVNI en los campos burgaleses.
Porque sí, señores, Luis vio lo que describió como dos luces rojizas en el cielo, haciendo extraños movimientos que hasta un dron borracho en una boda en Valencia envidiaría. Aunque en un principio pensó que eran las luces de algún coche despistado – probablemente alguien buscando el bar para el último chupito – pronto se dio cuenta de que aquello no era un Seat Panda.
¡No, aquello era algo más grande, algo más misterioso!
La madre de todas las luces: ¿Ovni o las luces largas de un tractor?
Luis no estaba solo en su asombro. Los perros de la zona, que hasta ese momento estaban ocupados soñando con huesos y felpudos para morder, empezaron a ladrar como si el cartero acabara de aterrizar en platillo volante. Algo estaba pasando en Fuentecén, y no era la llegada del autobús con turistas. El objeto, que hasta entonces había decidido hacer maniobras aéreas al estilo «bailando bajo las estrellas», comenzó a descender de manera ondulante, como si hubiera fallado el GPS extraterrestre.
Luis, completamente asombrado, corrió a casa, despertó a su mujer y a su hijo, y les hizo testigos de lo que él consideraba el evento del siglo. Olvídense de la llegada del hombre a la luna, lo de Fuentecén era mucho más épico (y con menos presupuesto).
Desde su ventana, la familia Domínguez observó al OVNI que, según ellos, decidió aparcar en medio del campo como quien aparca en doble fila en el Mercadona. Lo mejor de todo es que, al día siguiente, cuando los periodistas del mítico diario Pueblo se acercaron a cubrir la historia, encontraron algo que parecía confirmar la versión de Luis: marcas de tierra quemada y algunos agujeros, lo que hizo que muchos vecinos se preguntaran si había aterrizado un OVNI o si algún vecino había hecho una barbacoa con demasiada chispa.
La polémica: «¡Lo han hecho para salir en el periódico!»
Claro, en un pueblo donde nunca pasa nada (más allá de que a veces se acabe el pan el domingo), un avistamiento OVNI es el equivalente a ganar la lotería. Así que no pasó mucho tiempo antes de que algunos vecinos empezaran a murmurar que quizás Luis y su familia habían fabricado la historia, quemando un poco de tierra y cavando unos agujeros en plan «DIY alienígena». Porque, seamos sinceros, ¿quién no querría su momento de fama en la portada de un periódico en los 80? Sin redes sociales, sin selfies y sin influencers, salir en el diario Pueblo era como tener una cuenta de TikTok con millones de seguidores.
Sin embargo, otros defendieron a capa y espada que lo que Luis vio fue real, que no había trucos ni artificios, solo luces misteriosas, perros asustados y la posibilidad de que los extraterrestres hubieran decidido hacer una breve escala técnica en Fuentecén antes de seguir su ruta intergaláctica.
Iker Jiménez al rescate: El OVNI nunca muere
En la actualidad, el misterio del OVNI de Fuentecén ha vuelto a cobrar vida gracias al conductor del misterio, Iker Jiménez. A lo largo de los años, Iker se ha convertido en el Indiana Jones de los avistamientos OVNI, dispuesto a desenterrar cualquier historia que tenga que ver con luces extrañas, marcas quemadas o cualquier cosa que parezca sacada de un episodio de Expediente X.
Así que, en uno de los episodios más recientes de Cuarto Milenio, Iker decidió visitar el pequeño pueblo de Burgos para investigar de nuevo el caso. Con su habitual tono serio y misterioso, revisó los testimonios, las fotos (ahora en color y con mejor definición que en los 80), y trató de desvelar lo que realmente sucedió aquella fría noche de febrero.
¿Fue un OVNI o simplemente un coche con las luces largas y un par de copas de más?
¿Y ahora qué? ¿Qué fue lo que vieron en Fuentecén?
El caso de Fuentecén sigue siendo uno de esos misterios que no tienen una explicación clara. Los escépticos siguen argumentando que todo fue un montaje, mientras que los amantes del misterio defienden que aquello fue una prueba de que no estamos solos en el universo… aunque si los extraterrestres van a seguir aterrizando en pueblos donde no pasa nada, igual es que también tienen sus dudas sobre dónde quedarse.
Mientras tanto, Luis Domínguez y su familia siguen siendo recordados como los protagonistas de uno de los avistamientos más extraños y mediáticos de los 80. ¿Es posible que lo que vieron fuera algo real? O, en el peor de los casos, ¿fue simplemente una excusa para salir en la portada de un periódico y disfrutar de unos minutos de fama rural?
¿Y tú qué piensas? ¿Crees que Luis Domínguez vio realmente un OVNI o que se le fue la mano con la barbacoa? ¿O quizás, como muchos, prefieres pensar que los extraterrestres también se toman sus vacaciones en los campos de Burgos? ¡Déjanos tu comentario y no olvides que, cuando se trata de misterios, la verdad siempre está ahí fuera… o en el bar más cercano!