La historia de la imprenta valenciana: desde sus inicios hasta el Museo de la Imprenta y de las Artes Gráficas

febrero 26, 2023
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La ciudad de Valencia tuvo un importante papel en la difusión de la imprenta, con una actividad impresora ininterrumpida desde el siglo XV. Una de las primeras imprentas de España fue instalada en Valencia, junto al Portal de la Valldigna, por Jacobo Vitzlán, representante de la familia Ravensburg.

Su taller fue dirigido por Lambert Palmart, quien en 1474 imprimió uno de los primeros incunables españoles, «Troves en Lahors de la Verge María». También publicó más de una docena de obras hasta 1493, entre ellas una Biblia en colaboración con Alonso Fernández de Córdoba.

Lambert Palmart, uno de los más destacados impresores del siglo XV en Valencia, dejó un legado impresionante en la historia de la imprenta. Este alemán, que se hizo cargo del taller del comerciante Jacobo Vitzlán en Valencia, imprimió una gran cantidad de obras de autores de la época, entre las que se encuentran escritos de Aristóteles, Salustio, Mela, Esopo y Jiménez.

Además de estas obras literarias, Palmart también realizó una importante contribución a la impresión de la Biblia. En colaboración con Alonso Fernández de Córdoba, un platero y maestro impresor, publicó una Biblia que se convirtió en uno de los hitos de la impresión valenciana.

Palmart continuó su actividad en Valencia hasta 1493, año en que decidió vender su negocio. Sin embargo, su trabajo y legado permanecieron en la memoria colectiva de los valencianos y en la historia de la imprenta. Su labor contribuyó a consolidar a Valencia como uno de los principales centros de impresión de la época y su influencia se extendió a lo largo de los siglos, dejando una huella imborrable en la historia cultural y artística de la ciudad.

Como parte de la rica historia de la imprenta valenciana, es importante destacar la producción de los primeros incunables en España. Uno de ellos, el «Comprehensorium», fue impreso en Valencia en 1475 con un colofón fechado el 25 de febrero de ese mismo año. Aunque el nombre del impresor es desconocido, este libro representa un hito importante en la historia de la imprenta en España y en Valencia en particular.

En 1477, la ciudad también produjo otro incunable significativo, la «Tertia pars Summa Theologica». Este libro, considerado el primer incunable con todos los datos completos, es un ejemplo impresionante de la calidad y la sofisticación de la imprenta valenciana. Estos primeros incunables representan no solo una hazaña tecnológica en la historia de la impresión, sino también el comienzo de una tradición literaria y cultural en Valencia que se extendería por siglos. La imprenta valenciana se convirtió en un centro editorial de primer nivel en España y continúa siendo un importante patrimonio cultural e histórico.

La imprenta pronto se expandió en Valencia y acogió a numerosos impresores extranjeros atraídos por las posibilidades de esta pujante industria. Valencia contaba con una larga tradición de elaboración de papel, impulsada por sus molinos de Játiva, lo que contribuyó al auge de la industria impresora y al esplendor del Reino de Valencia, así como al nacimiento del Siglo de Oro valenciano.

En los siglos XVI y XVII, la imprenta se expandió no solo en Valencia, sino también en otras poblaciones como Alicante, Orihuela y Segorbe. En el siglo XVIII se fundó la compañía valenciana de libreros e impresores, y aparecieron importantes familias de impresores como los Monfort, los Bordázar y Sancha.

Todo esto ha llevado a la creación del Museo de la Imprenta y de las Artes Gráficas, el único en España que posee una colección de piezas tan completa y valiosa relacionada con la imprenta. El Museo muestra la evolución de los procedimientos técnicos relacionados con el arte de la imprenta desde su nacimiento, y cuenta con la reproducción exacta de la prensa de Gutenberg junto con la prensa «Stanhope» de 1805 y la «Imperial», fabricada en 1828, lo que muestra el tránsito de la prensa de madera a la de hierro.

Por otro lado, es importante destacar que la imprenta no solo tuvo un impacto en el ámbito cultural, sino que también fue un importante motor económico para la ciudad de Valencia. La actividad impresora se convirtió en una importante fuente de ingresos para numerosas familias y negocios relacionados con la elaboración y venta de papel, tinta, letras y otros materiales necesarios para la impresión de los libros.

Asimismo, la imprenta tuvo un papel fundamental en la difusión del conocimiento y la cultura en la época, ya que permitió la producción de obras en gran cantidad y su distribución a lo largo y ancho del territorio español. Gracias a la imprenta, los escritores y pensadores pudieron dar a conocer sus obras a un público más amplio y las ideas y corrientes culturales pudieron ser difundidas con mayor facilidad.

En definitiva, la historia de la imprenta valenciana es una parte fundamental de la historia cultural y económica de la ciudad de Valencia y de España en general. Desde sus inicios en el siglo XV, la imprenta ha evolucionado y se ha adaptado a los cambios tecnológicos y sociales de cada época, dejando un legado invaluable en la producción y difusión de la cultura. Hoy en día, gracias a la preservación y difusión del patrimonio impreso, es posible conocer y disfrutar de la rica y variada producción cultural de nuestra historia.

La historia de la imprenta valenciana es rica en curiosidades y detalles interesantes. Aquí te presento algunas de ellas:

  1. La primera imprenta de la ciudad se estableció en 1474, gracias a la iniciativa de Lambert Palmart, un impresor de origen alemán.
  2. Durante los siglos XVI y XVII, la imprenta valenciana vivió su época dorada, con la publicación de numerosas obras en castellano, valenciano y latín.
  3. En el siglo XVIII, la imprenta valenciana comenzó a sufrir una decadencia debido a las guerras y la crisis económica, lo que provocó el cierre de numerosas imprentas.
  4. Uno de los impresores más destacados de la época fue José Estevan, que publicó numerosas obras de autores valencianos, como Vicent Andrés Estellés o Joan Fuster.
  5. En el siglo XIX, la imprenta valenciana vivió una nueva época de esplendor, con la creación de numerosas editoriales y la publicación de obras de autores como Blasco Ibáñez o Azorín.
  6. Durante la Guerra Civil, muchas imprentas fueron destruidas o requisadas por los diferentes bandos en conflicto, lo que supuso un duro golpe para la industria editorial valenciana.
  7. En la actualidad, la imprenta valenciana sigue siendo un referente en el mundo de la edición, con la publicación de numerosas obras en castellano, valenciano y otros idiomas.
  8. La imprenta valenciana experimentó un auge en el siglo XV, gracias a la introducción de la imprenta en Europa. Los primeros libros que se imprimieron en Valencia fueron en latín y se utilizaban principalmente para fines religiosos.
  9. Uno de los primeros impresores valencianos fue Lambert Palmart, quien en 1474 publicó el primer libro impreso en Valencia: un tratado de retórica escrito por el filósofo valenciano Joan Roís de Corella.
  10. La imprenta valenciana se destacó en la impresión de libros de medicina y farmacopea, ya que la ciudad era conocida por su tradición médica y farmacéutica.
  11. La imprenta también tuvo un papel importante en la difusión de la cultura popular y la literatura en valenciano, como los romances y los pliegos de cordel.
  12. Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), la imprenta valenciana fue utilizada para imprimir panfletos y propaganda a favor de la lucha contra las tropas napoleónicas.
  13. En el siglo XIX, la imprenta valenciana se modernizó y adoptó nuevas tecnologías, como la prensa de vapor y la impresión a color, lo que permitió la producción de libros y revistas en grandes cantidades.
  14. Algunas de las imprentas más destacadas de la época contemporánea en Valencia son la Imprenta Piles, la Imprenta Municipal de Valencia y la Imprenta de la Diputación de Valencia.

Estas son solo algunas curiosidades de la historia de la imprenta valenciana, pero hay muchas más anécdotas y detalles interesantes que podrían destacarse.

La Imprenta Valenciana: Una Historia de Innovación y Progreso en la Era de la Imprenta

La historia de la imprenta valenciana comienza a finales del siglo XV cuando Lambert Palmart fundó el primer taller de impresión en Valencia. La producción valenciana de libros en este periodo es constante y considerable, en contraste con el resto de España que apenas presenta unos pocos títulos dispersos e irregulares. Los primeros impresores de Valencia eran en su mayoría alemanes, seguidos por comerciantes y editores. La Gran Compañía Comercial de Ravensburg tenía una delegación en Valencia y fue un elemento decisivo en la introducción de la imprenta en la ciudad. En la época de esplendor social, económico e intelectual de la Valencia del siglo XV, el arte de imprimir se estableció como una de las principales industrias, y Valencia se convirtió en la ciudad más poblada de la Corona de Aragón. El trabajo de los impresores se realizaba principalmente por encargo de los comerciantes, que actuaban como una especie de protoeditores. En Valencia, los libros eran producidos en gran número y con un amplio espectro temático, y los primeros impresores establecidos en la ciudad fueron los iniciadores de la escuela de impresores españoles. Hasta finales del siglo XV, además de Palmart y Fernández de Córdoba, ejercieron en Valencia Nicolau Spindeler, Martí Pasquasi, Joan Rosenbach, Francesc de Padua, Pere Hagenbach, Leonard Hutz, Pere Trinxer, Lope de Roca, Joan Jofré, i Cristòfol Cofman. La imprenta valenciana produjo algunos de los libros más importantes de la producción editorial peninsular de todos los tiempos, incluyendo Tirant lo Blanch de Joanot Martorell, Vita Christi de sor Isabel de Villena, y el Llibre dels Jocs Partits dels Schachs de Francesc Vicent. En total, se cita a 25 impresores ejerciendo en Valencia entre 1474 y 1560.

A lo largo de los siglos XV y XVI, la producción editorial en Valencia se caracterizó por su calidad y diversidad temática, abarcando desde obras religiosas y teológicas hasta textos jurídicos, literarios y científicos. Destacan algunas obras emblemáticas de la literatura valenciana, como «Tirant lo Blanch» de Joanot Martorell, «Lo Somni» de Joan Roís de Corella y «Vida de la Sor Isabel de Villena» que fue una de las primeras obras escritas por una mujer y la única obra publicada en vida de la autora.

En el ámbito religioso, sobresalen la «Biblia de fray Bonifaci Ferrer» y la «Summa de poenitentia» de Vicente Ferrer, considerado uno de los tratados más influyentes de la moral cristiana en la Edad Media. En cuanto a las obras jurídicas, cabe destacar los «Furs» de Valencia, compilación de las leyes y costumbres del Reino de Valencia que se editó por primera vez en 1482.

La imprenta valenciana fue también un importante centro difusor del humanismo y la cultura renacentista en España, con la edición de obras como «Regiment de la cosa pública» de Francesc Eiximenis, «Regiment preservatiu i curatiu de la pestilència» del médico Lluís Alcanyís y «La Philosophia naturalis» de Ramón Llull. La imprenta valenciana también fue pionera en la edición de textos científicos, como el «Tratado de la esfera» de Juan de Sacrobosco, que fue uno de los primeros textos de astronomía en ser impreso en España.

En conclusión, la imprenta valenciana fue pionera en la Península Ibérica y jugó un papel fundamental en la difusión de la cultura y el conocimiento en la Edad Moderna. Su producción editorial de alta calidad y diversidad temática, así como su relación con la Gran Compañía Comercial de Ravensburg y la presencia de impresores alemanes, fueron elementos clave para su desarrollo y consolidación como uno de los centros más importantes de la imprenta en Europa.

El papel de La Compañía de Libreros e Impresores de Valencia en la difusión de la cultura durante el siglo XVIII

En el siglo XVIII, la creación de compañías por acciones fue un fenómeno emergente en España, y la Compañía de Libreros e Impresores de Valencia es un ejemplo notable de este tipo de asociación. Fundada el 30 de noviembre de 1759 por cinco mercaderes de libros y tres impresores, la compañía destacó por su carácter capitalista y su ausencia de privilegios o tendencias exclusivistas.

En contraposición a la forma más habitual de unir capitales y esfuerzos para lograr fines comerciales, utilizando compañías generales o colectivas, la Compañía de Libreros e Impresores de Valencia adoptó una estructura de sociedad por acciones, que permitió movilizar enormes recursos que de otra forma habrían sido difíciles de conseguir. Las compañías por acciones no recibieron regulación general en España hasta el Código de Comercio de 1829, pero contenían los rasgos jurídicos que caracterizan a la futura empresa capitalista.

El origen de las compañías por acciones deriva de las compañías privilegiadas para la explotación colonial creadas por los estados europeos en los siglos XVII y XVIII. Fruto de la política mercantilista, estas compañías dividían el capital en acciones para conseguir movilizar recursos y evitar la competencia extranjera. En España, las grandes compañías solían tener un carácter artificial y excluivista, pero en la segunda mitad del siglo XVIII comenzaron a surgir compañías por acciones sin carácter privilegiado ni apoyo estatal, que intentaban observar los rasgos que anuncian a las futuras sociedades anónimas.

La Compañía de Libreros e Impresores de Valencia fue importante porque contrastó en su finalidad con la mayoría de las sociedades privadas por acciones creadas en España en el siglo XVIII, que estaban orientadas fundamentalmente hacia el campo de los seguros marítimos y ubicadas en las principales plazas de comercio. Además, su precocidad temporal la convierte en una de las primeras compañías por acciones en España, siendo anterior incluso a la sociedad creada con la misma finalidad en Madrid en 1763.

La compañía se creó con el fin de adelantar las imprentas de la misma y del comercio de sus librerías, y para solicitar entrar en obras de mayor utilidad de las que se introducen de los reinos extranjeros. Así, su finalidad era fomentar las fábricas nacionales para evitar la competencia extranjera, que fue también el objetivo de las grandes compañías, pero se diferenciaba de ellas en que no pretendía lograr ningún tipo de privilegio ni tenía un carácter exclusivista. La ausencia de estos factores permitía calificarla como una sociedad por acciones de tipo privado y abordar el estudio de sus características fundamentales para compararlas con las actuales sociedades anónimas.

La naturaleza de la compañía es el primer rasgo a observar para apreciar su carácter personalista o capitalista. El hecho de que el capital social esté dividido en acciones no es determinante en este aspecto, ya que no resulta infrecuente encontrar compañías de tipo general que dividan sus operaciones en distintas unidades de negocio o líneas de producto para así poder enfocarse mejor en cada una de ellas y lograr una mayor eficiencia. De esta forma, por ejemplo, una empresa que se dedica a la fabricación de electrodomésticos podría tener una unidad de negocio dedicada a la producción de lavadoras, otra a la producción de neveras y otra a la producción de hornos. Cada una de estas unidades tendría su propio equipo de trabajo, su propio presupuesto y su propia estrategia, lo que permitiría a la empresa en su conjunto tener una visión más clara y detallada de cada una de las áreas en las que opera y poder tomar decisiones más acertadas en cada caso. Además, esta estrategia también puede ayudar a la empresa a diversificar sus fuentes de ingresos y a reducir su exposición a los riesgos asociados a una única línea de negocio.

Otro rasgo que nos permite calificar la compañía de Valencia como una sociedad por acciones es la limitación de la responsabilidad de los accionistas frente a las deudas sociales. Este hecho ya lo señalaba el artículo segundo de su acta constitutiva, donde se afirmaba que « … ninguna acción respon­ derá a más pérdida que la cantidad que cada accionista tenga en ella in­ vertida… » (capítulo segundo). Y en el caso de que las deudas sociales superasen el valor total de las acciones, se dispone que « … el remanente deuda no excederá de 50 pesos por cada acción existente … », y para hacer frente a este remanente se podrán embargar los bienes de los directores y de los depositarios (capítulo tercero). De esta forma, los accionistas no respondían con sus patrimonios personales frente a las deudas contraídas por la compañía, limitando su responsabilidad al capital aportado. Esta limitación de responsabilidad es, sin duda, uno de los rasgos funda­ mentales de las sociedades anónimas. Es más, la limitación de responsabili­ dad de los accionistas se encuentra entre los requisitos fundamentales que deben cumplir las sociedades anónimas para poder ser calificadas como tales. Así lo establece el artículo 1.1 del texto refundido de la Ley de Sociedades de Capital, aprobado por el Real Decreto Legislativo 1/2010, de 2 de julio, donde se señala que « … la responsabilidad de los socios por las deudas de la sociedad se limitará al capital que se comprometan a aportar… », siendo esta limitación uno de los principales incentivos que han llevado a la extensión de este tipo de sociedades. Pero, al margen de estos rasgos propios de las sociedades anónimas, lo cierto es que la compañía de libreros e impresores de Valencia, como cualquier otra compañía mercantil, tenía como objetivo último el lucro. Y en este sentido, podemos afirmar que el proyecto de la compañía no resultó exitoso, al menos a juzgar por la documentación que ha llegado hasta nosotros. Y es que, tras un primer intento de venta de acciones, la compañía no logró suscribir más que 15 de las 150 acciones que había emitido (capítulo tercero), por lo que no pudo llevar a cabo los planes que se había trazado. En el capítulo décimo se establece que la venta de las acciones que quedaron sin suscribir se llevaría a cabo por medio de subasta, pero desconocemos el resultado final de esta operación. Lo que sí sabemos es que, tras la disolución de la compañía, los bienes que poseía fueron subastados, y que el remanente que quedó después de pagar las deudas sociales fue repartido entre los accionistas (capítulo diecisiete). A pesar de que la compañía de libreros e impresores de Valencia no alcanzó el éxito que sus impulsores habían deseado.

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