Por: El Departamento de Comercio de la Ironía Internacional
Washington D.C., 2025.
Estados Unidos ha despertado esta semana con una novedad que a nadie sorprende pero que todos temían: Donald Trump, en su cruzada por “hacer América rica otra vez”, ha impuesto un paquete de aranceles universales con un mínimo general del 10 %, y un castigo especial del 15 % o más para países que tengan la osadía de venderle más a EE. UU. de lo que le compran.
Sí, has leído bien. Si tu país es culpable de tener superávit comercial con Estados Unidos —es decir, de hacer negocios que salgan ganando—, recibirás una penalización. Porque en la lógica trumpista, el comercio solo es justo cuando Estados Unidos gana. Y si pierde… cambia las reglas.
📦 La doctrina “Yo primero, tú tarifa”
Para quienes pensaban que en su segundo o tercer intento presidencial Trump había cambiado… aquí está la prueba de lo contrario. Trump ha decidido volver a sus raíces más puras:
- 📦 ¡Primero aranceles!
- 🛑 Después amenazas diplomáticas.
- 🧾 Y luego negociaciones con cara de póker y gorra roja.
¿Qué significa esta medida?
Sencillo: todo el mundo paga. Un bonito 10 % como base —porque hay que recaudar para ese “gran muro invisible” que separa la industria americana de la competencia— y un jugoso extra para quienes se pasen de listos y vendan coches, teléfonos, tecnología o ropa “demasiado barata”.
¿Alemania te vende BMWs? 15 %.
¿China inunda tus tiendas con gadgets? 20 %.
¿España exporta vino, jamón y aceite?… ¿Quién necesita eso cuando tienes ketchup y tocino?
🧮 La economía según Trump: un libro de colorear con números mágicos
Trump explicó en su anuncio (con el entusiasmo de quien presenta una nueva línea de corbatas en el Home Shopping Network) que los aranceles “harán que Estados Unidos sea más competitivo”. Eso sí, no explicó cómo subir precios ayuda a bajar la inflación, pero ¿quién necesita coherencia cuando tienes patriotas con banderas y PowerPoints con muchos signos de exclamación?
“¡Queremos productos americanos hechos por americanos para americanos que compran americano!”
– Donald Trump, con una nevera llena de electrodomésticos fabricados en Vietnam.
La lógica es aplastante. Si el resto del mundo quiere venderle cosas a EE. UU., debe aceptar pagar un extra por el privilegio. Una especie de peaje por entrar al centro comercial más grande del planeta. ¿Libre comercio? Solo si es made in USA.
🛍️ ¿Y quién lo paga realmente? ¡Tú, querido consumidor!
Pero atención: estos aranceles no los pagan los chinos, ni los alemanes, ni los franceses.
Los paga el ciudadano medio estadounidense cuando va al supermercado y descubre que sus zapatillas favoritas ahora valen lo mismo que el alquiler de su coche.
- Antes: una camiseta importada, 10 dólares.
- Ahora: la misma camiseta, 11.50 + impuestos + tasa patriótica.
- Resultado: ¡más empleo! (En las fábricas de calculadoras para entender la factura.)
🌎 Las reacciones internacionales: diplomacia con salsa picante
Las capitales del mundo ya están reaccionando con una mezcla de confusión, sarcasmo y ganas de romper platos:
- Alemania ha convocado una reunión urgente para decidir si se ofende mucho o muchísimo.
- México ha respondido irónicamente ofreciendo un tratado en el que EE. UU. reciba solo aguacates “premium”.
- China ha contraatacado elevando tarifas a… los reality shows estadounidenses. («Lo sentimos, ya no se podrá emitir El Aprendiz»).
- La Unión Europea ha declarado que responderá con «proporcionalidad, firmeza y una cumbre con croissants».
📈 ¿Y la Bolsa? Fiesta y resaca
Tras el anuncio, Wall Street vivió su clásico ciclo emocional:
- Confusión inicial: ¿Esto es real?
- Euforia temporal: ¡Proteccionismo! ¡Más acero!
- Caída nerviosa: espera, ¿qué pasa con los iPhones?
- Rescate presidencial en Twitter: “¡Todo va bien, la economía es la mejor del mundo, lo juro por Ivanka!”
📌 ¿Y ahora qué?
Trump no ha descartado subir aún más los aranceles si el mundo “no se comporta”.
También ha insinuado una futura tarifa del 25 % a “países que se rían de nosotros en secreto”, aunque aún no ha dicho cómo va a medir eso (posiblemente con un detector de sarcasmo montado en un dron).
🧾 Conclusión: Made in América… pero más caro
El nuevo plan arancelario de Trump no es solo una política económica. Es una declaración de principios:
“Si no gano, cambio las reglas. Si gano, también las cambio. Y si me criticas, arancel.”
Prepárate para una nueva era de productos con etiqueta “Hecho en Estados Unidos… y más caro que nunca”. Pero no pasa nada: es el precio del patriotismo económico.
Y si no te gusta… siempre puedes mudarte a Canadá. Aunque probablemente también tenga arancel.