Si paseas por las calles de ciudades como Valencia, Sevilla o cualquier otra del sur peninsular en los meses de invierno, es muy probable que veas naranjos cargados de frutas. A simple vista, estas naranjas parecen apetecibles y deliciosas, pero lo cierto es que no deberíamos comerlas. ¿Por qué? A continuación, te explicamos la razón.
En primer lugar, debemos tener en cuenta que no todas las naranjas son iguales. Las naranjas que crecen en los árboles de las calles son naranjas amargas, también conocidas como naranjas bordes. Estas naranjas pertenecen a la especie Citrus aurantium o naranjo amargo, que es el hermano arisco del naranjo chino o naranjo dulce, el cual sí nos comemos sus frutos.
El sabor de las naranjas amargas es muy amargo y poco agradable al paladar, lo que las hace inapropiadas para el consumo en fresco. Sin embargo, estas naranjas sí se utilizan a nivel industrial para hacer mermeladas, y sus hojas se usan para hacer tés, mientras que sus aceites esenciales se utilizan en perfumería y cosmética.
Pero, ¿por qué no podemos comer las naranjas amargas de los árboles de las calles? La respuesta es muy sencilla: la polución urbana. El entorno urbano en el que crecen estos árboles no es el más adecuado para cualquier producto comestible. La piel de las naranjas absorbe gases nocivos de la polución urbana, como el plomo, que las hace inviables para el consumo humano, incluso si fueran dulces en lugar de amargas.
Por lo tanto, el destino principal de todas estas naranjas callejeras es convertirse en abono natural tras convertirse en compost. Las naranjas amargas que vemos en las calles de las ciudades son un adorno hermoso y aromático, pero debemos recordar que no son aptas para el consumo humano.
Sin embargo, no todas las naranjas amargas son iguales. Hay naranjas amargas cultivadas específicamente para convertirlas en mermeladas y confituras que sí se pueden consumir sin problemas, siempre y cuando se tenga en cuenta sus matices organolépticos.
En resumen, si ves naranjas amargas en los árboles de las calles de tu ciudad, no te las comas. Disfruta del aroma fresco de la azahar y del bonito colorido que los naranjos aportan a la ciudad, pero deja que estas naranjas sigan su destino natural como abono.