Por mis cojones, noticias con humor
El rumor más escandaloso sobre los políticos es falso: no pueden jubilarse como reyes tras solo siete años en el Congreso. En 2011, esta fiesta se acabó. ¡Toca trabajar como el resto!
Si pensabas que ser político en España era el atajo perfecto hacia la jubilación de oro, siento arruinarte el sueño: no es así, y mucho menos después de que los que mandan cortaran las alas a esos privilegios hace más de una década. Y aún hoy, en pleno 2024, siguen colando bulos como churros en redes sociales. «Que si los diputados cotizan siete años y ya tienen su pensión máxima, que si se tiran a la bartola con su ‘pensión vitalicia’…» ¡Pamplinas!
Vamos a meterle un buen repaso a esta fábula, porque, sinceramente, ya huele a pescadilla pasada.
El origen del bulo: de TikTok al WhatsApp de tu tío
Todo empieza, cómo no, en redes sociales. Esta vez el origen fue un vídeo en TikTok que, al igual que muchos rumores virales, corre como la pólvora por los grupos de WhatsApp. En este, una indignada ciudadana (y es normal con tanta confusión) afirmaba que nuestros queridísimos diputados y senadores podían obtener la máxima pensión con solo siete años de servicio, mientras que el resto de los mortales tenemos que cotizar casi cuatro décadas. Al ver semejante revelación, no faltaron quienes se tiraron de los pelos, juraron mudarse a una cueva o amenazaron con vender todo y vivir en un velero. ¡La crisis existencial estaba servida!
Pero antes de que te plantees hacer las maletas y emprender una revolución personal contra la injusticia del sistema, respira hondo: es mentira.
El fin de la fiesta: adiós a los privilegios de las pensiones en 2011
Vamos a ponernos serios por un segundo y sacar la calculadora de la Seguridad Social (¡sí, tiene una!). La historia de los privilegios de los parlamentarios con las pensiones sí existió, pero como cualquier buena fiesta de fin de año, ya se acabó. En 2011 se tomó la decisión de cortar el chorro a estos complementos a la jubilación parlamentaria. ¿El motivo? Sencillo: ya olía mal que en pleno siglo XXI algunos pudieran colarse en la fila de las pensiones de oro con apenas un par de legislaturas a sus espaldas. El corte no fue retroactivo, por lo que los que ya estaban en la fiesta pudieron seguir disfrutándola, pero para los nuevos fichajes, nada de nada.
Antes de que se acabara esta jugosa ventaja, si un parlamentario llevaba siete años en el Congreso o el Senado y se jubilaba, podía recibir un complemento que le ayudaba a llegar a la pensión máxima, si su cotización no alcanzaba. Con once años de curro político, ¡voilà!, el complemento completo. Pero tras la reforma de 2011, esto quedó en la historia… o en los foros de conspiranoicos.
La verdad actual: trabajar como todo hijo de vecino
A día de hoy, los diputados y senadores tienen que cotizar lo mismo que tú y que yo (bueno, quizá tú cotices más porque yo estoy en «fase de emprendedor», guiño-guiño). Para obtener el 100% de su pensión, deben haber cotizado los mismos años que cualquier trabajador del país: 37 años y 3 meses. Ni más ni menos.
Y si te preguntas si se han quedado sin ni un solo privilegio, la respuesta es un rotundo “no, pero ya no es tan bestia”. Si un exparlamentario se queda en el paro (sí, hasta ellos pasan por eso a veces), tiene derecho a una especie de subsidio por cese de actividad, algo así como el «paro de los políticos», que puede durar hasta dos años. La cantidad ronda los 3.050 euros mensuales para los diputados y algo menos para los senadores. Pero, ¡ojo!, esto no es vitalicio y es incompatible con cualquier otro sueldo público o privado. Así que, fuera de su escaño, tampoco están nadando en billetes para siempre.
Y… ¿Qué hay de los ministros y el “golden handshake”?
Otro de los puntos que suele encender los debates de sobremesa es el destino de los exministros. Aunque no lo creas, tampoco tienen derecho a sueldo vitalicio. Cuando dejan su cargo, pueden optar a una indemnización temporal que depende de cuánto tiempo han estado ejerciendo. Si han estado dos años o más, pueden recibir el 80% de su salario por un máximo de dos años. Si estuvieron menos, reciben una compensación acorde al tiempo que ejercieron. Para que te hagas una idea, un exministro que estuvo más de dos años puede cobrar unos 63.532 euros anuales. Es decir, sí, es dinero, pero no es para toda la vida.
Solo los expresidentes del Gobierno (sí, esos que ves en los documentales o dando conferencias) tienen derecho a una pensión vitalicia. Esto fue instaurado en 1992 por Felipe González, y desde entonces, los jefes del Ejecutivo disfrutan de esa ventaja. Así que, cuando Pedro Sánchez deje Moncloa, se unirá al club exclusivo de Mariano Rajoy, José Luis Rodríguez Zapatero y José María Aznar, que ya están cobrando este jugoso sueldo.
Entonces, ¿de dónde viene la confusión?
El problema de base es que, en tiempos pasados, la cosa sí era como muchos bulos cuentan. Antes de la reforma de 2011, los parlamentarios podían acceder a estos complementos que los llevaban hasta la pensión máxima, con unas condiciones bastante favorables. Incluso si solo habían cotizado 7 años, podían recibir hasta un 80% del complemento. Para rematar, si al dejar su escaño estaban a punto de cumplir los 55 y no tenían otra ocupación, las Cortes les mantenían dados de alta en la Seguridad Social hasta que completaran el periodo de cotización necesario para su jubilación. Vamos, que si habías jugado bien tus cartas, te salía a cuenta.
Este tipo de ayudas, aunque ya no existen, dejaron un poso en la mente colectiva, y hoy en día, todavía hay quienes siguen creyendo que los políticos pueden retirarse con las manos llenas tras unos añitos en el Congreso. ¡Pero esa historia ya es agua pasada!
¿Y ahora qué hacemos con este bulo?
Pues lo de siempre, amigos. La próxima vez que te llegue un vídeo o un mensaje por WhatsApp que asegure que los políticos se jubilan a cuerpo de rey con solo levantar la mano para votar durante unos años, ¡reenvíales este artículo! De paso, acompáñalo con una captura de pantalla de la reforma de 2011 para que vean que aquí no hablamos por hablar.
Conclusión: si quieres cobrar, hay que currar (o ser expresidente, claro)
En resumen, la magia de las pensiones exprés para diputados y senadores se acabó en 2011. Hoy en día, tanto los políticos como el resto de trabajadores tienen que cumplir con las mismas reglas del juego para disfrutar de una pensión digna. Eso sí, siempre les quedará un buen colchón por si las cosas se ponen difíciles después de salir del Congreso o el Senado. Pero, al igual que tú y que yo, nada de pensiones vitalicias (salvo que seas Pedro Sánchez, claro).
¿Tú también pensabas que los políticos se retiraban como si hubieran ganado la lotería? ¿O te sorprendió que no sea así?