De la botella amarilla al agujero negro: cómo Ecoembes juega al escondite con el reciclaje

octubre 6, 2024
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Por mis cojones, noticias con humor

Un sencillo experimento publicado por Greenpeace revela que las cifras de reciclaje de Ecoembes son tan fiables como un billete del Monopoly, con botellas que acaban en vertederos y no en plantas de reciclaje. El Gobierno español se enfrenta al reto de cambiar el modelo de gestión de envases o seguir alimentando el «chiringuito» de Ecoembes.

Introducción: El reciclaje fantasma

Imagínate por un momento que una botella de plástico es como un ninja: la tiras al contenedor amarillo, esperando que siga su camino hasta el noble destino del reciclaje, y ¡zas! desaparece. Nunca más vuelves a saber de ella. Pero tranquilo, no es que tu botella haya decidido tomarse unas vacaciones sin avisar. Más bien, es probable que esté de paseo por un vertedero o, peor aún, que haya sido incinerada, y lo que se suponía que era una nueva vida para el plástico ahora es humo, literalmente.

Eso es justo lo que Greenpeace ha descubierto con su peculiar experimento de espionaje a botellas plásticas, instalando rastreadores GPS en nueve de ellas para saber adónde van a parar una vez las depositas en el contenedor amarillo. Spoiler alert: algunas de estas botellas han terminado en lugares tan adecuados para el reciclaje como el vertedero de Valdemingómez, conocido por ser… un vertedero.

Ecoembes: Matemáticas creativas nivel pro

La cosa se complica cuando Ecoembes, la empresa encargada de gestionar el reciclaje en España, publica sus propios datos. Según ellos, en 2021 recogieron más del 71% de las botellas de plástico de un solo uso para reciclarlas. ¡Un aplauso para Ecoembes! Pero, espera un momento… ¿cómo es que un estudio independiente de la consultora Eunomia dice que, siendo optimistas, esa cifra no superó el 36%? Algo no cuadra aquí. O Ecoembes tiene un lápiz mágico que convierte el plástico en reciclado con solo un garabato, o su sistema de contabilidad es más creativo que las historias de pescadores.

El sistema SDDR: ¿Una amenaza para el chiringuito?

Aquí es donde entra en escena el SDDR, o Sistema de Depósito, Devolución y Retorno. ¿Te acuerdas de cuando devolvías las botellas de vidrio a la tienda y te daban unas moneditas a cambio? Pues es algo parecido, pero para envases de plástico. En lugar de fiarse de que Ecoembes haga bien su trabajo, el gobierno español ha establecido que si para 2023 no se llega a reciclar al menos el 70% de las botellas de plástico de un solo uso, el SDDR se pondrá en marcha. Y, oh sorpresa, Ecoembes ha asegurado que sí, que ya llegaron al 71,1%. Justito, ¿verdad? Como quien saca un 5,01 en el examen que decide si repites curso o no.

Pero si el Ministerio de Transición Ecológica confirma que las cifras son tan falsas como un Rolex comprado en el mercadillo, Ecoembes se quedaría sin su «chiringuito» (y sin el jugoso monopolio del reciclaje). De ahí su desesperada carrera por convencer a todos de que sus números son más reales que los atascos de lunes en Madrid.

Seguimiento de botellas: del contenedor a Valdemingómez

Aquí es donde el experimento de Greenpeace se pone interesante. Decidieron equipar nueve botellas de plástico con rastreadores y las depositaron en diferentes contenedores de la Comunidad de Madrid. Botellas que, en teoría, deberían acabar en plantas de reciclaje para tener una segunda vida. Pero como si fueran personajes de una novela de misterio, algunas botellas desaparecieron, otras terminaron en vertederos, y otras, en incineradoras. Vamos, un viaje que ni Phileas Fogg hubiera planeado.

Un caso particularmente llamativo fue el de una botella depositada en la estación de Atocha, que en lugar de ir a una planta de reciclaje, apareció nada menos que en el vertedero de Valdemingómez. Sí, el mismo lugar donde van los residuos que nadie quiere. Es como si llevaras tu coche al taller para que lo arreglen y te lo devuelven en forma de chatarra.

¿Festivales y conciertos también son cómplices?

Pero no todo ocurre en el día a día de los madrileños que van y vienen del trabajo. Otro par de botellas del experimento fueron tiradas en festivales y conciertos, como el festival Río Babel y el concierto de Taylor Swift en Madrid. ¿Resultado? Una de esas botellas terminó en una incineradora y la otra en una empresa de gestión de residuos bajo sospecha, como si ser fan de Taylor Swift te convirtiera automáticamente en un enemigo del reciclaje.

Es más, la botella que fue a parar a la empresa Tradebe Valdilecha, cuyo negocio es el vertedero y donde una inspección reciente encontró algunas «irregularidades», parece sacada de un thriller de conspiración. Si esto fuera una película, Ecoembes estaría contratando abogados para cubrir su trasero antes de que el FBI aparezca por la puerta.

¿Qué está pasando realmente con el reciclaje en España?

El problema de fondo es que el sistema actual de reciclaje en España, gestionado por Ecoembes, parece estar basado en el principio de «ojos que no ven, corazón que no siente». Es decir, mientras tú piensas que tu botella va a ser reciclada y reutilizada, la realidad es que podría acabar en cualquier sitio menos en una planta de reciclaje. Y si sumamos que la propia Ecoembes es la que autocertifica sus datos, la pregunta obvia es: ¿quién vigila al vigilante?

Lo que está en juego aquí no es solo el destino de unas cuantas botellas de plástico, sino la credibilidad de todo un sistema de gestión de residuos. La Unión Europea ha fijado metas claras para la recuperación de envases plásticos, y si no se cumplen, habrá consecuencias. El Gobierno español tiene la pelota en su tejado, y no puede permitirse quedarse de brazos cruzados.

El futuro del reciclaje: ¿SDDR o Ecoembes?

Lo que debería pasar ahora es simple: si Ecoembes no cumple con los objetivos de recuperación y reciclaje, el sistema de depósito, devolución y retorno debe ponerse en marcha. Este sistema ya funciona en muchos países europeos, donde se recuperan más del 90% de los envases para ser reciclados. No parece una mala idea, ¿verdad? Pero claro, Ecoembes tiene mucho que perder si su monopolio es amenazado, y no va a ceder sin luchar.

Al final, la verdadera pregunta es: ¿estamos listos para cambiar nuestro modelo de gestión de residuos, o seguiremos tirando botellas al contenedor amarillo como si nada pasara?

¿Qué opinas tú, querido lector? ¿Te parece que el reciclaje en España está a la altura o estamos jugando a las escondidas con el medio ambiente?

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