Como Valencia venció al cólera

febrero 3, 2021
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VALENCIA OCULTA | Desde la India progresivamente se extendió una enfermedad que mataría a millones de personas en el mundo. Se expandía inexorablemente y pronto llego a Europa. Valencia no fue una excepción.

En el cementerio general una enorme cruz nos recuerda a aquellas víctimas.

Las epidemias de cólera marcaron a la Comunitat Valenciana durante buena parte del siglo XIX. Entre 1834 y 1890 se contabilizaron seis epidemias que provocaron miles de muertes en el territorio valenciano. Se calcula que los embates de esta dolencia causaron cerca de 800.000 muertes en toda España.

Esta situación al principio, intentó ser ocultada por las autoridades, pero pronto pasó a ser un problema político. Había dos tendencias generales, y en ocasiones contrapuestas, para afrontar el problema. La primera fue de carácter aislacionista, restricciones de movilidad y confinamientos.

La segunda era de carácter higienista, desinfección de de calles y del entorno en el que se daban más casos.  En la comunidad científica, no existía un consenso de cuál era el vector de trasmisión y el modo de contagio.

Se creyó, durante mucho tiempo, que se trasmitía por el aire. Muchos hogares comenzaron a colgar sabanas empapadas en agua con desinfectante para intentar mitigar la mortalidad. También se apostó por la vacunación masiva de la población. El doctor Jaime Ferrán fue el primero en crear una sustancia inyectable que protegiese a la población. Pero esta solución no fue del agrado de todos. El propio Santiago Ramón y Cajal se opuso a este método.

La solución definitiva no llegaría hasta 1854. En el barrio del Soho en Londres, en el que murieron más de 700 personas en una semana en un área de apenas medio kilómetro de diámetro. El doctor John Snow, precursor de la epidemiologia moderna, relacionó que el brote era causado por una bomba que suministraba agua proveniente de un pozo contaminado con heces. Snow no compartía la teoría del miasma, extendida en aquel momento, y estaba convencido de que el cólera entraba en el cuerpo por la ingestión del agua contaminada. Para intentar desinfectar el suministro de agua después de clausurar la bomba, Snow ya utilizó el cloro. La determinación de la causa de este brote influyó sobre la organización de la salud pública y la mejora de los sistemas de drenaje y de captación de agua.

Pero la implantación de este método no fue admitida con facilidad.

En Docot John L. Leal, Jersey City, fué juzgaldo por envenenar el agua. Si perdía el juicio podía acabar el resto de sus vidas entre rejas. Se la acusaba de intoxicar el agua de boca con hipoclorito de calcio. Esta sustancia era considerada  como perjudicial para a salud. En el juicio no solo demostró que añadir dosis adecuadas al agua de boca permitía que esta fuese potable. También aseguró al juez, que se la daría a beber a su familia sin ningún temor.

Poco a poco este sistema de purificación fue aplicado en todo el mundo. A la vez que se mejoraban los sistemas de abastecimiento de agua potable las plantas de cloración se fueron extendiendo y acabaron con las muertes por cólera.

En 1907 la ciudad de Valencia comenzó a usar hipoclorito de Calcio en los filtros “sistema Derrumanix”.

 La historia oficial tiene bien controlado cuando y donde se fueron construyendo plantas de cloración. Pero, es de suponer, que antes de que estas llegasen a instalarse, la población aprendió a dosificar y usar los desinfectantes de cloro en sus hogares. Todos hemos visto como nuestras abuelas añadían unas gotas de lejía al agua de lavar las ensaladas.

El cólera, en las ciudades desarrolladas del primer mundo, parece estar superado. La llegada de la penicilina, años después, terminó con las epidemias definitivamente.

La vacuna contra el cólera se ha demostrado muy poco útil. Su eficacia no es muy alta ni tampoco es duradera.

Ya nadie recuerda aquella enfermedad que vino de Asia. Todos asumimos que tomar agua clorada es garantía de salubridad.

 El monumento a las víctimas de la pandemia de cólera, se alza hoy en el campo santo, como recuerdo del pasado y faro para el futuro.

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