Por mis cojones, noticias con humor
Un varón desata el caos en una plaza de Badalona al ducharse completamente desnudo en una fuente pública, sorprendiendo a vecinos y dejando a las señoras con una historia que contar en el mercado. Entre gritos y propuestas fotográficas indecentes, el momento ya ha pasado a la historia del surrealismo urbano.
No sabemos si el calor del verano de Badalona, los 40 grados a la sombra o simplemente la falta de aire acondicionado llevaron a un hombre a lo que podría ser la performance callejera más excéntrica del año. Mientras unos paseaban, otros echaban una siestecita en los bancos de la plaza, y unos pocos se refrescaban con una horchata, este varón decidió que era el momento perfecto para lanzarse a la fuente más cercana. Pero no con un bañador de neopreno o, al menos, unos calzoncillos discretos. No, amigos, a este hombre lo suyo le pareció mejor hacerlo como vino al mundo: completamente desnudo.
El espectáculo acuático que nadie pidió
Todo empezó como una escena de lo más inofensiva. Un hombre, aparentemente tranquilo, se acercó a la fuente de Badalona, esa que sirve más para adornar que para ducharse. De repente, ¡zas! Se quitó la ropa con la habilidad de un stripper profesional y, en menos tiempo del que te cuesta decir «¡no lo hagas!», estaba chapoteando en la fuente como si fuera la piscina del hotel. Todo esto, claro está, bajo la atenta mirada de los vecinos, que no sabían si reír, llorar o llamar a la policía. Spoiler: terminaron haciendo las tres cosas.
Dos mujeres que estaban sentadas cerca decidieron grabar el momento, porque si algo hemos aprendido en los últimos años es que si no está en redes sociales, no pasó. Y aquí es donde la historia da un giro más loco que el argumento de una telenovela venezolana. Al ver que lo estaban grabando, el hombre no hizo lo que haría cualquier persona sensata, como ponerse los pantalones y salir corriendo, sino que decidió dar un paso más allá en su desvergüenza: empezó a tocarse sus genitales mientras gritaba con todo el orgullo del mundo: «¡Esto es mío!». Porque, claro, uno siempre debe reclamar lo que es suyo, ¿no?
El desnudo más interactivo de Badalona
Pero la cosa no quedó ahí, no señor. Como si de una estrella de cine se tratara, el hombre se dirigió directamente a las cámaras improvisadas de las señoras y, en un giro argumental que ni Spielberg se hubiera atrevido a rodar, exclamó: «¡Hazle una foto a mi polla!». El público, perplejo. Las señoras, atónitas. ¿Y qué hizo una de ellas? Con más temple que un político en campaña, respondió: «No pienso hacerle una foto. Ya tengo a mi marido». Y ahí, amigos, se nos rompió el corazón un poco por el hombre desnudo, cuya petición fue rechazada con la frialdad de quien declina una oferta del banco.
Este momento fue la chispa que necesitaba la situación para convertirse en la anécdota favorita de todas las cenas familiares en Badalona. Los vecinos no podían creer lo que estaban viendo y, al mismo tiempo, se preguntaban cómo nadie había llamado aún a la policía. Porque, claro, una cosa es un pequeño chapuzón veraniego en la fuente, y otra muy diferente es convertir el espacio público en tu propio plató de cine para adultos.
El «factor político» entra en escena
Como si la escena no fuera lo suficientemente surrealista, el espectáculo acuático coincidió, por pura casualidad o por algún extraño capricho del destino, con las declaraciones del alcalde de Badalona, Xavier García Albiol, criticando la actitud «happy flower» de Yolanda Díaz, la vicepresidenta segunda del Gobierno. Albiol, conocido por no tener pelos en la lengua, había lanzado unas duras críticas sobre la política de inmigración, señalando que «no aborda los problemas reales de los vecinos». Y justo en ese momento, como si el universo hubiera decidido darle la razón, apareció nuestro protagonista desnudo, un varón magrebí, dándole material para que Albiol pudiera gritar con fuerza: «¡Yo ya lo decía!».
La vinculación política era inevitable. Albiol aprovechó la oportunidad para señalar que este tipo de actos no son más que el reflejo de una política inmigratoria que, según él, no está funcionando. Según el alcalde, estas personas «terminan ocupando viviendas de manera ilegal o viviendo hacinados» y, ahora, podríamos añadir que algunos también ocupan fuentes públicas para darse un baño express. La controversia está servida, y el baño en la fuente de Badalona ha pasado de ser una anécdota absurda a un ejemplo perfecto de la tensión que existe en torno a la inmigración en España.
¿Qué pasa con la fuente?
Lo más triste de todo este asunto es que nadie se ha detenido a pensar en la pobre fuente de Badalona. Esas aguas cristalinas (bueno, más o menos) que deberían estar dedicadas al disfrute visual de los vecinos, de repente se convirtieron en un jacuzzi improvisado. Las fuentes son esas heroínas silenciosas de las ciudades, siempre ahí, aguantando los chapuzones de niños, las monedas de los turistas y, ahora, los desnudos integrales de los espontáneos. Quizás sea hora de que alguien le dé una medalla a esa fuente, porque lo que ha aguantado este verano no lo aguanta ni una piscina municipal en plena ola de calor.
El «desnudo trending»: Badalona se convierte en viral
Como era de esperar, el incidente no pasó desapercibido en redes sociales. El vídeo de la escena se ha viralizado más rápido que los memes del «perro con gorra» y ya circula en Twitter (ahora X) con la etiqueta de «el desnudo del verano». En un país donde ya hemos visto de todo, desde gatos con patinetes hasta políticos con pelucas, parece que ahora lo que se lleva es el «magrebí duchándose en la fuente». ¿Quién será el próximo en seguir esta tendencia? Quizás alguien en Madrid, o tal vez en Valencia. Porque, amigos, si algo hemos aprendido es que la realidad siempre supera a la ficción, y en España, más.
La pregunta que todos nos hacemos
Y ahora, dejando el humor a un lado (solo un poco), te lanzo la pregunta definitiva: ¿Qué harías tú si te encuentras con semejante espectáculo en plena calle? ¿Te unirías al chapuzón, grabarías el momento para inmortalizarlo o simplemente te irías a casa con la sensación de haber visto «demasiado»?
Porque, al final del día, puede que el hombre de Badalona tenga algo que enseñarnos, o quizás no. Pero una cosa es cierta: ¡España nunca deja de sorprendernos!