El origen de este barrio se encuentra en las barracas de pescadores del siglo XVII que ocuparon la franja de arena que separaba el mar de los pantanosos terrenos del interior. Gracias al drenaje de tres acequias, esta área se había transformado en una productiva zona de huerta que favoreció a su población.
Son precisamente estas acequias, las que todavía delimitan y dan nombre a los tres barrios que configurar el antiguo Poble Nou de la Mar, el Canyamelar entre las acequias de Riuet y En Gas (sobre la que se traza la actual avenida del Mediterráneo), El Cabanyal hasta la de los Ángeles (bajo la actual calle del Pintor Ferrandis) y, finalmente, el Cap de França hasta la acequia de la Cadena. Diversos incendios y otras vicisitudes históricas impulsaron no sólo una continua renovación de estas edificaciones, sino una ampliación del barrio hacia el mar a medida que se ocupaba el suelo liberado por el retroceso de las playas. Sin embargo, en 1875, una normativa municipal vetó la reconstrucción de las barracas por el peligro de incendios que entrañaba su techumbre de paja, y recomendaba susustitución por edificaciones de nuevos materiales resistentes. Comienza así una paulatina renovación de estas construcciones a gusto de la época y de cada uno de los propietarios, que se refleja actualmente en sus variadas fachadas, manteniéndose la antigua y tan saludable estructura urbana. Cuando en 1897, el antiguo Poble Nou de la Mar, que había sido independiente desde 1837, fue anexionado al municipio de Valencia, lo hacía presentando una consolidada trama urbana derivada de la establecida por las antiguas barracas y que todavía hoy le caracteriza- y se enfrentaba a una gran metrópoli que entonces estaba en pleno crecimiento tras el derribo de las murallas que hasta 1865 habían impedido su expansión. Precisamente esta trama urbana y las edificaciones que sobre ella se elevan, fueron declaradas Bien de Interés Cultural, por Decreto 57/1993, de 3 de mayo, del Gobierno Valenciano, que destaca la“ peculiar trama en retícula derivada de las alineaciones de las antiguas barracas, en las que se desarrolla una arquitectura popular de clara raigambre eclecticista
El Núcleo de Ensanche de El Cabanyal, Canyamelar y Cap de França, responde a un singular fenómeno de expansión urbana gestado a lo largo del siglo XIX y sobre todo entre los años 1837 y 1897. Partiendo del núcleo de barracas alineadas en paralelo a la costa en manzanas atravesadas por ejes perpendiculares de acequias (de sur a norte Riuet, Gas, Ángeles o Pixavaques y La Cadena) y travesías, ya en 1796, tras el devastador incendio que arrasó la mayor parte de las barracas, se diseñó el Plan topográfico de la Población que se proyecta en la Playa de la Ciudad de Valencia, que pretendía una extrema reordenación, que eliminaba todas las viviendas existentes y su sustitución por un nuevo caserío reticular de “manzanas alargadas y paralelas a la playa” (Herrero, 2016: 49-52). El Plan no se ejecutó, pero sí sirvió de modelo, aunque siempre adaptándose a condicionantes urbanos previos, para futuros ensanches como el Plan de la Playa del Mar de Salvador Escrich de 1806 y, sobre todo, el de 1840 del arquitecto José Serrano, por el que se traza la nueva y flamante calle de la Reina como principal eje articulador del núcleo urbano, el cual daría cabida a los principales edificios de ocio y vivienda de las familias acomodadas de València y Madrid, que ya hacía tiempo habían empezado a frecuentar la zona del Cabanyal para «tomar las aguas» y socializar en los nuevos escenarios que ofrecía la playa. Este nuevo fenómeno a pesar de ser de carácter puramente estacional, tuvo repercusiones importantes tanto desde un punto de vista social y económico como urbanístico y arquitectónico. Durante el verano, la pesca dejaba de monopolizar la playa y se desplegaba un amplio repertorio de infraestructuras, algunas efímeras (vestuarios, terrazas) y otras duraderas (balnearios –Las Arenas, Las Termas Victoria–, teatros –La Marina, palacetes), que alteraron de manera significativa el habitual paisaje de barcas y redes extendidas al sol.
En el año 2000 se desata la polémica al retomarse el Plan Generalde Ordenación Urbana de 1966 que consideraba la prolongacióndel todavía entonces conocido como Paseo al Mar, hasta la playa, yque había sido aparcado en 1989 al considerarse dicho ámbito comoplaneamiento diferido. Una polémica judicial que todavía no parecetener un final definitivo.
El Cabanyal-Canyamelar constituye una realidad singular dentro de la ciudad de València, definida por sus peculiaridades urbanísticas, arquitectónicas y socioculturales. Constituye una globalidad diversa, con patrones compartidos, que dan sentido al conjunto, pero al mismo tiempo no se determina un esquema tipológico cerrado, sino bajo una diversidad de lenguajes y soluciones arquitectónicas:
1.- Relación estrecha con el mar: el carácter del Cabanyal-Canyamelar solo se entiende a través de su vinculación con la playa y el mar, que demás de constituir una fuente esencial económica (tradicionalmente con la pesca y el veraneo estacional, y hoy con el ocio y la restauración asociada al turismo de playa), es un factor indispensable en la calidad de vida del barrio, debido a la suavidad de las temperaturas y los regímenes de brisas, y también en la construcción identitaria de sus habitantes.
2.- Trama urbana en retícula: uno de los rasgos definitorios del Cabanyal-Canyamelar es su urbanismo reticular, conformado por manzanas estrechas y largadas, surcadas por calles que atraviesan el barrio en dirección N-S y por travesías perpendiculares al mar. Esta peculiar trama tiene su origen en las
alineaciones de barracas del núcleo originario, singularidad respecto al resto de la ciudad, que sirve de argumento para su reconocimiento como BIC. 3.- Parcelario menudo: la herencia del Cabanyal de barracas se hace notar en el parcelario, caracterizado por parcelas estrechas y alargadas con orientación E-O. El carácter menudo de las parcelas ha fomentado la esencia popular de la propiedad y las limitaciones de altura, y la orientación E-O la optimización de las condiciones climáticas de la playa.
4.- Importancia del patio: la casa tradicional del Cabanyal-Canyamelar dispone de un elemento irrenunciable, el patio, que desempeña un papel importantísimo en el aprovechamiento del soleamiento y la brisa del mar y, por tanto, en la regulación bioclimática del inmueble. Aunque en las últimas décadas el patio ha perdido protagonismo como espacio productivo y esto ha conllevado una reducción de sus dimensiones, una mayoría de casas del núcleo histórico y del primer ensanche todavía lo conservan, aunque en condiciones muy dispares.
5.- Lenguaje(s) arquitectónico(s): el barrio contiene una gran heterogeneidad de lenguajes arquitectónicos que van desde el s. XVIII hasta el XXI, en unos casos integrados con mayor sensibilidad que en otros. Es cierto que existe una identificación automática entre el Cabanyal y el modernismo popular, pues se trata de un lenguaje genuino difícil de encontrar en otros lugares con la misma concentración y originalidad. Se trata, por tanto, de un rasgo singular que debe ser preservado. No obstante, la arquitectura del barrio es, por encima de todo, ecléctica, diversa.
6.- Relación directa con la calle: la trama urbana y las casas de escasa altura y con acceso directo al exterior, responden a y modelan unas formas de vida singulares, definidas por una relación intensa con la calle. Ésta se convierte en prolongación de la casa, un espacio híbrido en el que se confunde lo público y lo privado, y que es conquistado para la sociabilidad con el vecindario, generando así convivencia y sentimiento de comunidad. A pesar que los
cambios en las formas de socialización y la propia transformación del espacio público para uso prioritario del automóvil han cambiado sustancialmente esta
relación, todavía pervive la tradición de reunirse con los vecinos y vecinas al atardecer en la puerta de casa o las cenas «a la fresca» en el paseo marítimo
ELEMENTOS SINGULARES EN ELBARRIO: HITOS Y EQUIPAMIENTOS
La detección de elementos singulares dentro de la trama urbanaes necesaria para el estudio de la situación actual del barrio de ElCabanyal, y sobre todo para identificar los focos de actividad quemueven su vida social.Además de los equipamientos locales en funcionamiento, tales comoel mercado, las iglesias de Nª Señora de los Ángeles y Nª Señoradel Rosario, El Musical o la antigua estación de El Cabanyal, seconsideró de vital importancia localizar aquellos espacios urbanosy edificios que han sido a lo largo de la historia referencias delreconocimiento ciudadano, bien sea por su singularidad o por teneruna carga simbólica importante, lo que llamamos hitos
Para su detección, fue de gran ayuda el testimonio vivo de loshabitantes del barrio, además del estudio exhaustivo del parcelario,el cual nos dio valiosas pistas sobre dónde encontrarlos. Estudiandola peculiar trama urbana de El Cabanyal, herencia de las antiguas barracas, resulta fácil detectar parcelas que no siguen las normascomunes del conjunto histórico. Es el caso del antiguo cine Imperial,posteriormente convertido en un gimnasio, que escondido en elinterior de una manzana del barrio, pasa totalmente desapercibidoal pasear frente a su acceso principal.Entre los hitos que poseen mayor carga simbólica para los habitantesdel barrio, se encuentran los edificios relacionados con el mundode la pesca y el mar: la antigua Lonja del Pescado y la famosaCasadels Bous de la Marina Auxiliante; El Casinet, antigua cooperativade la cofradía del Progreso Pescador; lastorretas de miramar, variasde ellas ya desaparecidas; el antiguo Balneario Las Arenas, hoy endía, un renovado hotel de gran volumen y dudoso gusto; el edificiode los antiguos Docks junto al puerto, parcialmente reconvertido enlocal de ocio; o El Clot , un desangelado descampado junto a la Lonjaque todo habitante de más de 60 años lo recuerda como unbarrio del pueblocon sus concurridas fuentes.La localización de todos y cada uno de los equipamientos e hitos,nos permitirá detectar los focos activos en la actualidad y realizaruna primera aproximación a la delimitación de las áreas que poseenmayor potencial, bien sea por su valor patrimonial o por su situaciónestratégica, para convertirse en nuevos catalizadores de actividadque ayuden a revitalizar el barrio
El primer poblado de barracas del Cabanyal fue forrado casi por completo tras el violento incendio en 1796, pero perduró su trama y abrió la puerta al ensanche en nuevas áreas, como la que conforma en actual núcleo del BIC. En el núcleo se volvieron a levantar barracas que de nuevo muchas de ellas se calcinaron en el incendio de 1875. Será a partir de este momento cuando se inicie su sustitución por casas de obra, coincidiendo en el tiempo con la expansión del barrio tanto a levante como a poniente, de ahí las grandes semejanzas de tipología arquitectónica. Pero en esencia la estructura de las nuevas viviendas seguía siendo la misma que la de las barracas: parcelas estrechas y alargadas, patio interior, pocas alturas –dos o tres como máximo–, y orientación este-oeste para facilitar la ventilación y el soleamiento. La mayor parte sigue dos estilos que se pueden calificar de Tradicional popular (construcciones sencillas de obra sólida, con escasa decoración en la fachada, a una o dos manos y generalmente con planta baja y piso superior) y Modernismo popular (estilo con el que se reconoce la idiosincrasia del Cabanyal, resultado de la adaptación del lenguaje modernista a los gustos y las necesidades de las clases populares). A lo largo del siglo XX varios fenómenos dieron paso a la transformación del barrio: los efectos destructivos de la Guerra Civil, las catastróficas riadas de 1949 y 1957 y la especulación urbanística de mano del desarrollismo de los años 60 y 70, momento en que los espacios vacíos y la ruina creada por los acontecimientos anteriores fueron aprovechados para levantar fincas de muchas alturas que alteraron el paisaje
urbano tradicional del Cabanyal, sobre todo en torno a las travesías y las calles de la Reina y del Doctor Lluch.
La constatación de ese núcleo originario, consolidado en el s. XVIII, viene dada por la cartografía de la época y por la persistencia de una trama urbana singular, similar a la del área del BIC por la disposición de manzanas estrechas y alargadas, pero con una diferencia evidente: la trama urbana no sigue una organización reticular tan ordenada como la del ensanche del siglo XIX, que es resultado de una clara planificación, sino que es más irregular, con manzanas de longitud y anchura variable, que incluso llegan a generar, en algún caso, parcelas con orientación diferente a la habitual E-O. Esta trama tan peculiar constituye la fosilización de las alineaciones de barracas, que crecieron a base de adiciones consecutivas. No obstante, de las construcciones de ese momento no quedan prácticamente edificios visibles. Lo que se conserva es la trama y el parcelario, mientras que las casas objeto de protección se corresponden, del mismo modo que en el BIC, con las construidas durante las primeras décadas del siglo XX. Es decir, que tanto el núcleo originario del siglo XVIII como el ensanche del siglo XIX viven un proceso de transformación urbana a principios del siglo XX, coincidiendo con un momento de crecimiento demográfico que genera, paralelamente, nuevas zonas de expansión o arrabales en la zona de poniente, con la misma arquitectura pero con una trama diferenciada.
El BRL-NHT, por tanto, asume unos valores patrimoniales similares a los del BIC, reconocibles a través de la reiteración de los patrones que singularizan al barrio, pero sin llegar a encajar plenamente en los que definen a aquél por su particular urbanismo.