Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno Pedro Sánchez, está protagonizando un auténtico thriller académico tras la cancelación de dos de los másteres que dirigía en la Universidad Complutense de Madrid. Entre jueces, inscripciones fantasmas y un botín de patrocinios, este culebrón no tiene nada que envidiar a las mejores telenovelas.
Un giro inesperado en la Complutense
Todo parecía ir viento en popa para Begoña Gómez en la Universidad Complutense de Madrid. Codirigía dos másteres, con patrocinadores VIP y buena valoración por parte de los estudiantes. Pero de repente, la UCM decide tirar de la cuerda y cortar en seco: cancela el Máster en Captación de Fondos y el de Transformación Social Competitiva. Gómez, sorprendida, lo calificó de una decisión más rara que un bocadillo de paella, alegando que todo ocurrió 20 días antes de que terminara el plazo de inscripción, cuando ya había 50 estudiantes apuntados.
Pero la Complutense, como buena universidad que es, decidió no quedarse callada y, con tono de «yo también tengo mis datos», aseguró que solo había cuatro inscritos (que, dicho sea de paso, es más digno de una clase de refuerzo que de un posgrado). Total, que ahora nos encontramos en una situación digna de un episodio de «¿Quién da más?»: la universidad dice una cosa, Begoña otra, y los alumnos… pues esperando que alguien les devuelva la matrícula.
El máster que no fue
El «Master en Captación de Fondos» era una joya académica, según Gómez. Durante 11 ediciones, había sido un éxito rotundo, pero, como todo lo bueno, algo tenía que salir mal. La UCM, tras un comité donde se juntaron más nombres que en el guion de una serie de Netflix, decidió cancelar el curso por «baja demanda». Pero Gómez no se lo toma bien, y alega que la decisión es más inexplicable que el final de Perdidos.
La excusa oficial es que no hubo suficientes inscripciones. Claro, una decisión práctica, fría, muy académica. Pero la esposa de Pedro Sánchez cree que aquí huele a chamusquina y que, si aún había tiempo para que se apuntaran más alumnos, la universidad se ha tirado el rollo con demasiada prisa. ¿Acaso hay fuerzas ocultas que no quieren que el fundraising triunfe en la Complutense? Porque con la cantidad de crowdfundings que hay hoy en día, uno pensaría que el máster sería tan popular como las clases de hacer pan en la pandemia.
Tráfico de influencias, un invitado sorpresa
Como si la cancelación no fuera suficiente drama, a todo esto se le suma la investigación judicial en la que Gómez está involucrada. El juez Juan Carlos Peinado está investigando si hubo tráfico de influencias entre el Gobierno de Sánchez y las empresas colaboradoras de los másteres que dirigía su esposa. Vamos, que más que un simple curso de captación de fondos, parece que estamos en una partida de Monopoly, donde cada jugador va moviendo sus fichas para ver quién gana más.
Para añadirle picante al asunto, el magistrado ha mantenido imputado al rector de la Complutense, Joaquín Goyache, y al empresario Juan Carlos Barrabés. ¿El objetivo? Descubrir si, además de coordinar másteres, Gómez y compañía estaban moviendo hilos para obtener algún beneficio bajo la mesa. Aunque, ojo, que la UCO (Unidad Central Operativa de la Guardia Civil) y la Fiscalía de Madrid no han encontrado pruebas suficientes para confirmar nada. Parece que, por ahora, todo sigue en el aire, como las bolas que lanza un malabarista.
Manos (no tan) Limpias y otros amigos
Lo curioso es que toda esta historia nace a partir de una denuncia del sindicato «Manos Limpias», famoso por tener la costumbre de lanzarse a la piscina judicial con frecuencia. En este caso, alegan que Gómez recibió tratos de favor, y claro, con un nombre tan sonoro, la denuncia no tardó en poner en marcha toda una investigación. A este escándalo se ha sumado también Hazte Oír, como si fuera la versión política de un crossover de Los Vengadores.
Aunque Gómez está en el centro de la tormenta, lo cierto es que hasta el momento no hay indicios claros de que haya habido irregularidades en la creación de sus másteres o en los acuerdos con patrocinadores como La Caixa y Reale Seguros, quienes financiaban los cursos con 15.000 euros al año. Pero claro, en un país donde hasta el más mínimo rumor se convierte en noticia, la sombra de la duda ya está instalada.
Una cátedra con fecha de caducidad
Además de los másteres, Gómez también estaba al frente de la «Cátedra de Transformación Social Competitiva», patrocinada por La Caixa y Reale Seguros, cuyo contrato, casualmente, finaliza este mes de octubre. Aunque técnicamente podría renovarse, la Complutense ha decidido que aquí no hay más que rascar, y ha echado el cierre a esta cátedra también. La pregunta es: ¿qué ha hecho mal la cátedra para que la manden al congelador?
Fuentes de la universidad alegan que no se pidió la renovación a tiempo, lo cual suena como cuando el cartero dice que ha pasado por tu casa y no estabas, pero tú llevas todo el día encerrado en el salón. La falta de coordinación, según parece, ha sido la excusa perfecta para que la universidad opte por cortar por lo sano y decir «adiós» a esta cátedra.
¿Qué futuro les espera a los alumnos?
Lo más triste de todo esto es que hay alumnos que ya habían puesto sus esperanzas y, más importante, su dinero en estos másteres. Mientras unos cuantos inscriptos tratan de averiguar si les devolverán la matrícula o tendrán que ir buscando otra opción, la Complutense asegura que los másteres podrían volver el año que viene, pero claro, tras este lío mediático, ¿quién se atreve a apuntarse?
La moraleja de esta historia es que, si bien los másteres están en el centro de la discusión, las verdaderas lecciones parecen ser otras. Como por ejemplo, que la vida académica, al igual que los trucos de magia, a veces tiene giros inesperados.
¿Tú qué opinas?
¿Crees que la Complutense se apresuró en cancelar los másteres o piensas que todo es parte de una trama más profunda? ¿Te arriesgarías a apuntarte en un curso rodeado de tanta polémica? ¡Cuéntanos tu opinión y de paso, ayúdanos a hacer una colecta para ver si financiamos el regreso del máster (o al menos para unas cañas)!