El quarantamaula es una leyenda o mitología popular, no existe una evidencia científica de su existencia, es una creación de la tradición oral, es una historia contada de generación en generación. Es común que las leyendas de este tipo sean utilizadas para enseñar a los niños sobre el comportamiento adecuado o para explicar fenómenos naturales. Sin embargo, es importante tener en cuenta que estas historias no son reales y no deben ser tomadas literalmente.
Quarantamaula, Corantameula (Ontinyent), Cucamaula o Quicamaula es una criatura misteriosa, de origen demoníaco, un ser fantástico y mutante propio del imaginario valenciano del miedo y que se utilizaba para hacer miedo a los chiquillos malcreídos. Es una de las espantacriaturas que los adultos utilizaban para hacer miedo a los chiquillos que no hacían caso y se llevaban mal: .
«¡Au a dormir, chiquitos! ¡Cerra el pestillo, no siga cosa que venga la cuarentamaula!»
En Tibi dicen que es un monstruo medio humano y medio gallina, con la mitad del cuerpo cubierto de plumas, las patas largas y el cuello como un buitre y que tiene su cazo entre los cañaverales del pantano. En la Vall d’Albaida se dice que es una bruja que se parece a un gato y hace lo que más les gusta a los gatos, subir a los tejados y así ir de casa en casa, hacer ruido y atemorizar a los chiquillos. En otras zonas incluso adopta la forma inofensiva de caracol o gato. En todo caso se repitió la idea de ser una criatura que va por los tejados y hace ruido con piedras contra las ventanas. Esta criatura que tiene tantas formas nos recuerda que las formas del mal son infinitas e incluso coge el cuerpo de seres inofensivos como puede ser un gato.
En la localidad de Tibi, Alicante existe un pantano de Tibi, l pantano en funcionamiento más antiguo de Europa, ya que su construcción original data nada menos que de 1594. Fue también por casi 300 años el situado a mayor altura en todo el mundo.
En esos parajes son, según cuentan las leyendas, el hábitat de una criatura legendaria que despierta el terror en la zona levantina, hablo de la conocida como “Quarantamaula”. Un ser mítico, al parecer de origen demoníaco, con quién puedes toparte si te acercas demasiado a los cañaverales que rodean el pantano.
Se dice que en ocasiones, en las noches más oscuras, se le puede oír a lo lejos cómo se desplaza pues cuando se mueve origina un sonido similar al de unas cadenas que se arrastraran por la tierra. Cuentan que antaño ese siniestro ruido en la lejanía ya era suficiente para que toda la gente se encerrara en sus casas sin atreverse a salir.
Se dice que con sus actos pretende que los adultos salgan de sus hogares para ahuyentarla, con la idea de aprovechar ese momento y colarse rápidamente en la vivienda con el objetivo de llevarse a los pequeños. De ahí que en algunas comarcas sea el equivalente del “Coco” de otras zonas, que se utiliza para asustar a los niños que se portan mal.
Curiosamente, este Quarantamaula también se describe de otras maneras muy diferentes. Por ejemplo, se dice que puede aparecer en forma de un gran caracol, pero a veces también puede aparecer en forma de un monstruo demoníaco peludo. También hay una descripción clásica, un gran gato de ojos negros. Dadas estas variaciones, es muy interesante que sean asimiladas en el imaginario colectivo de forma natural, lo que las ata a la antigua idea tradicional de que el mal tiene infinitos rostros y formas de expresión, por lo que las diversas apariciones de Quarantamaula no serán más que . que una demostración de la idea anterior.
Hay una vieja leyenda en Valencia sobre una criatura que puede cambiar su apariencia a voluntad. maula de cuarentena. Puede ser tan inofensivo como un gatito y tan aterrador como un demonio con garras. Se dice que el propósito de la criatura es dar a luz a los niños.
Curiosamente, el folclore de los indios americanos tiene leyendas similares. Dicen que hay una criatura como la cuarantamaula; cambiador de piel Los navajos estadounidenses dicen que los cambia pieles suelen disfrazarse de humanos o lobos, pero pueden adoptar cualquier forma. Verlos indica peligro. En República Dominicana hay otro parecido, lo llaman galipote, y en Canarias tenemos algo muy parecido: Tibicenas; los antiguos guanches los han visto, y sus raros avistamientos continúan hasta el día de hoy.